Ante el drástico descenso de las matrículas, las instituciones más pequeñas han decidido compartir cursos y programas educativos para unir así a sus grupos de estudiantes, optimizar costes y motivar aún más a los candidatos a matricularse.
Por ejemplo, la Facultad de Humanidades de Michigan se ha fusionado con la Universidad Estatal de Michigan para que los estudiantes que se especializan en historia o literatura inglesa puedan ahora cursar paralelamente asignaturas de gestión de la cadena de suministro. De este modo, las facultades de humanidades aumentan su atractivo añadiendo programas centrados en la construcción práctica de la carrera y el mercado laboral.
Este enfoque también permite a los propios profesionales y profesores de humanidades llevar sus conocimientos a las principales universidades del mundo sin tener que salir de su campus de origen. Para este aprendizaje conjunto se utilizan herramientas en línea, como espacios virtuales para clases en línea, acceso compartido a cursos educativos, etc. De este modo, los estudiantes tienen más libertad para elegir y estudiar determinadas ciencias, mientras que la universidad consigue más alumnos, profesores experimentados y ahorra el resto de sus recursos.