¿Cómo decir no a las compras impulsivas antes de Año Nuevo? Contado en 3 minutos
Las compras impulsivas son el motor de la industria. Cerca del 60% de los rusos compran por impulso, pero sólo el 20% se arrepiente de sus compras.
Las compras impulsivas son el motor de la industria. Cerca del 60% de los rusos compran por impulso, pero sólo el 20% se arrepiente de sus compras.
Sin embargo, todo el mundo gasta dinero en deseos momentáneos. Y parece que tú también. ¿Cómo no gastar un montón de dinero en regalos, decoración del hogar y simplemente baratijas? ¿Acaso es necesario abandonar las compras impulsivas? ¿Acaso no trabajamos para gastar dinero? Te lo explicaremos a continuación.
A veces. Estos son gastos no planificados y, además, perjudiciales para tu presupuesto. No hay que confundirlo con las compras repentinas: son naturales y le ocurren a todo el mundo. Las compras impulsivas son malas si te causan daños económicos o psicológicos.
Las compras impulsivas suelen ser el resultado de un uso inteligente de las herramientas de marketing. Un buen anuncio capta tu atención y promete resolver todos tus problemas en unos minutos. ¿Cómo no creerlo si los "dolores" que toca te molestan de verdad? La colocación correcta del producto en el estante de la tienda te recuerda que puedes librarte de los "dolores" ahora mismo comprando ese producto. Los descuentos y promociones te animan a gastar dinero en ello: regatea, aprovéchalo, ¡luego te arrepentirás! Este pensamiento, combinado con la presión psicológica ante la visión de algo útil, sabroso y agradable, "acaba" con la lógica que puede negarse a comprar.
La compra impulsiva se distingue de la compra "normal" por dos factores: la forma en que se realiza y las emociones que provoca. La mayoría de las veces, se trata de un gasto espontáneo de dinero, que en el momento produce felicidad, pero que al cabo de un tiempo se convierte en causa de ansiedad y decepción. No sirve para ningún fin económico, sólo, por ejemplo, levanta el ánimo y supuestamente recompensa al comprador por algo (al menos, el propio comprador está seguro de ello).
Es como algo que te priva de dinero para compras realmente necesarias. Por ejemplo, te dices a ti mismo: "Y qué si me compro esto, me estoy gastando mi dinero, ¿para qué lo estoy ganando?". Entonces compras un producto o un servicio, y pagas la comida de una semana antes de tu sueldo con una tarjeta de crédito, pensando que tarde o temprano devolverás ese dinero. O puedes asegurarte a ti mismo que estás comprando algo para un ser querido, un amigo, una mascota, básicamente para cualquiera menos para ti. O puedes comprar algo porque te parece extremadamente útil. ¿Será útil? Probablemente no, y simplemente porque ni siquiera tocarás esta cosa después de la compra. Estará en una estantería, recordándote que gastaste dinero en algo sin pensar. O empezarás a utilizar esa cosa para otros fines, y su significado desaparecerá por completo de la realidad.
Si rechazas por completo el aquí y ahora, las compras espontáneas pero no impulsivas y sin sentido, tu calidad de vida se resentirá. No pretendemos convertirnos en minimalistas, ascetas y anticonsumistas (aunque el consumo descontrolado no es algo muy positivo). Sólo tienes que ser capaz de analizar adecuadamente la necesidad de comprar y argumentar tu decisión de compra ante ti mismo.
Para empezar, admítete a ti mismo que compras cosas por impulso, y que este hábito está perjudicando a tu bolsillo. Se trata de un problema psicológico, así que el primer paso para solucionarlo es ser realista y aceptar la realidad. Sí, puedes chasquear y comprar una baratija que no necesites. Sí, te crees las promesas del marketing una y otra vez. Sí, tu cuerpo produce dopamina cuando compras algo nuevo. No te reprendas por ello, ten cuidado con cómo lo expresas. No "¡Cómo has podido volver a gastar dinero!", sino "¿Has gastado dinero? Bien, sigamos ahorrando, no pasa nada". No "Otra vez estás viviendo por encima de tus posibilidades", sino "Hoy me ha salido así, pero me he alegrado, y mañana tendré más cuidado con mis gastos".
También tienes que identificar tus desencadenantes. ¿Qué es exactamente lo que te impulsa a comprar? ¿Qué comportamientos, qué emociones, qué acontecimientos? Puedes anotar tus activadores en un papel para poder analizarlos más fácilmente en un futuro próximo. Una vez que tengas lista tu lista de activadores, podrás hacer unas cuantas rondas de práctica. Controla el impacto de tus activadores en tu vida y en las compras que realizas. Pregúntate si realmente quieres comprar algo o si te están provocando.
Canaliza hacia ti la energía que antes "drenabas" en compras impulsivas: haz ejercicio, pinta, baila, haz manualidades, en general, desplaza tu atención todo lo que puedas.
Come algo antes de ir al supermercado, vístete bien si vas a comprar un vestido nuevo.
Evita conscientemente ir de compras en lugares que te tienten a comprar por impulso.
Establece un presupuesto para las compras impulsivas y no te salgas de él. Imagina lo difícil que te resultará encontrar el dinero para cubrir tus necesidades básicas después de haber hecho la compra.
No guardes grandes sumas de dinero en tu tarjeta o cuenta. Colócalos en depósitos que no puedas retirar sin más. O puedes retirarlo, pero con pérdida de intereses. Te resultará difícil renunciar a los ingresos pasivos.
Practica, y tarde o temprano las compras impulsivas desaparecerán de tu vida. Tómatelos en serio y trátate con cuidado y tranquilidad, repite el entrenamiento día tras día, no te reprendas cuando no consigas abandonar la impulsividad. Para tener éxito, sólo tienes que mantenerte en el buen camino y apoyarte a ti mismo.
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