La escuela ya es un lugar difícil, y tener que hacer tareas todos los días lo hace insoportable.
Cuando llegas a casa después de un día ajetreado, lo último que quieres es volver a sentarte ante los libros de texto y los cuadernos. Pero aquí está la mala noticia: tenemos que lidiar con las tareas de toda la vida, no sólo desde el primer grado hasta el último. Al fin y al cabo, en el mundo actual, los adultos también aprenden constantemente, y hay tareas domésticas que también son una especie de "deberes" y requieren atención, a pesar de lo reacios que seamos a empezarlas... En resumen, la capacidad de hacer las tareas de forma rápida y eficaz es algo que sin duda te vendrá muy bien, así que aquí tienes 8 formas de desarrollar esta habilidad y hacer que tu vida escolar sea más fácil.
En primer lugar, algunos datos para empezar. Estadísticamente, el 74% de los niños y adolescentes citan las tareas como la principal fuente de estrés. No es de extrañar: según la misma investigación, la mayoría les dedica entre 3 y 4 horas al día. Y esto es así desde hace años, ¡imagínate! ¿Por qué toma tanto tiempo realizar las tareas? Puede haber varias razones:
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Es un programa demasiado complejo. Y cada vez es más complejo, como lo es el mundo moderno que nos rodea. Al fin y al cabo, las nuevas tecnologías requieren nuevos conocimientos.
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Falta de capacidad para gestionar el tiempo, es decir, incapacidad para distribuir el tiempo y las prioridades de forma competente.
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Fatiga física y emocional, que en principio dificulta la realización de cualquier trabajo.
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Falta de motivación, es decir, falta de comprensión de los objetivos de las tareas y de por qué debes hacerlas.
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Déficit de atención y problemas de concentración.
Para empezar, conviene que identifiques una (o incluso dos o tres) de estas causas en ti mismo. En el primer caso, es probable que necesites la ayuda de un tutor, padre o mentor, y en el segundo, de un especialista si el problema tiene carácter de trastorno. Sin embargo, los consejos a continuación también pueden ayudarte, ¡intenta comenzar con ellos de todos modos!
Crea exclusivamente un "área de trabajo"
Esta es una regla básica que no debe descuidarse, aunque te parezca obvia y ya se haya cumplido. Asegúrate de que realmente es así. El área de trabajo en el que realizas tus tareas debe cumplir los siguientes criterios:
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Ausencia de distracciones, como electrodomésticos ruidosos en funcionamiento, la jaula de un loro, etc.
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Comodidad y confort físico (silla regulable, mesa suficientemente alta, espacio para darse la vuelta y adoptar la postura deseada sin dificultad, etc.).
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Limpieza, orden y minimalismo. Nada de envoltorios, libros innecesarios (que no sean de estudio), figuritas, cosas, etc.
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¡Este es un lugar donde SÓLO se aprende y nada más!
El último criterio, por desgracia, puede no ser realista en la práctica debido a la limitación del espacio vital, así que es opcional. Sin embargo, es bueno que el área de trabajo esté separada de aquella en la que, por ejemplo, se juegan juegos, se pintan cuadros numéricos o se lee. Al fin y al cabo, ¡nuestro cerebro es una criatura tramposa! Te recuerda lo bien que lo estabas pasando en este mismo lugar hace una hora, e intentará animarte a que vuelvas a esta actividad. En pocas palabras, es más probable que te distraigas si estás en un lugar donde hay un montón de actividades disponibles aparte de los deberes. Si, por el contrario, te sientas donde nunca haces otra cosa que no sean deberes, será más fácil que tu cerebro se concentre.
Y, por supuesto, no te olvides de los gadgets (obviamente). Pon tu teléfono en modo "No molestar" mientras haces los deberes, y llévatelo a otra habitación para crear un obstáculo extra entre él y tus ganas de "sólo revisar mensajes".
Haz las tareas inmediatamente después de tus clases
Un psicólogo alemán llamado Hermann Ebbinghaus descubrió que para memorizar y asimilar mejor el material hay que repetirlo después de ciertos intervalos: primero 20 minutos después de la primera toma de contacto, luego 40 minutos y después de unas 8 horas. Si haces las tareas en cuanto regresas del colegio, estarás más o menos en estos intervalos. Además, justo después del colegio es cuando estamos más centrados y concentrados, aún no hemos tenido tiempo de "relajarnos" y cambiar nuestra atención hacia el descanso y el entretenimiento, por lo que será mucho más fácil sentarse en el pupitre. Ni el cerebro ni el cuerpo se resistirán: aún están en sintonía. Si haces los deberes por la noche, necesitarás como mínimo el doble de recursos para recordar lo que has repasado hoy y cómo hacerlo.
¿Qué hacer si tienes clases adicionales y clases magistrales justo después del colegio, es decir, no tienes tiempo para hacer las tareas a la vez? Con frecuencia los niños y adolescentes se dedican en paralelo a los deportes, la creatividad, asisten a diversas clases adicionales. Si este es tu caso, cuando llegues a casa como un limón exprimido, a continuación, aplaza las tareas para la mañana siguiente. Para ello tendrás que, sin embargo, levantarte temprano, pero también puedes acostarte antes, y empezar a trabajar totalmente descansado. Si la tarea no es urgente, también se puede posponer para la tarde, es decir, después del colegio, si no estás ocupado por cualquier otra actividad.
Alterna los cursos y cambia la atención
¿Por qué las clases duran sólo 45 minutos? Porque durante más tiempo, los adolescentes simplemente no pueden mantener su atención en el mismo tema. Por eso es inútil dedicar más de una hora a una misma tarea: si no puedes hacerla o no tienes tiempo para hacerla, aplázala. Cambia el tipo de actividad: si antes calculabas una ecuación, ahora lee una obra literaria o haz un mapa en geografía. Cambia al menos una vez cada hora, así estarás menos cansado y no te parecerá que estás haciendo la misma tarea una eternidad.
En nuestro curso "Cómo aprender a estudiar" aprenderás a disfrutar incluso de las lecciones más tediosas, a gestionar tu tiempo de forma eficaz y a cansarte menos incluso con un horario escolar apretado.
Divide tu trabajo en "rondas" de 30 minutos cada una
Se trata de pausas regulares que puedes hacer antes de cambiar de tema o mientras trabajas en lo mismo. Este método se llama "Pomodoro" (no preguntes por qué): trabajas duro y concentrado durante un tiempo, y descansas otro, y así sucesivamente, es todo un ciclo. Es muy importante que tu descanso no sea estar "pegado" al teléfono o sentado en un escritorio. Sal a dar un paseo, haz un par de ejercicios físicos, mira por la ventana quién está haciendo qué o disfruta de un tentempié de chocolate con té. Las pausas también deben ser cortas: 30 minutos de estudio, 5-7 minutos de descanso, no más.
Planifica tus deberes para la tarde
Seguir un plan siempre es más fácil que abordar las cosas sobre la marcha, aunque pueda parecer lo contrario. Al menos, un plan reduce la ansiedad y la sensación de agobio. Así que, en lugar de coger el primer libro de texto de la mochila, planifica el orden en que harás cada cosa. Incluyendo:
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Prioridades y secuencia. Puedes clasificar los elementos o tareas en las categorías A (la más importante), B (importante, pero no en primer lugar) y C (no importante, puedes dejarla para más adelante). Es tonto abordar una tarea que debe hacerse al final de la semana, cuando aún no has escrito la monografía que el profesor revisará mañana.
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El tiempo que vas a dedicar a cada tarea. Recuerda la regla de oro: cuanto más tiempo dediques a una tarea, más tiempo te llevará. Nuestro cerebro tiende a llenar el tiempo asignado si es mucho, en lugar de completar la tarea lo antes posible. Es decir, trabajamos más rápido y somos más productivos cuando vamos con prisas a algún sitio. Así que prueba a reducir el tiempo que dedicas a cada tarea al menos a la mitad y pon a prueba esta paradoja.
Mientras trabajas, comprueba tu lista y tacha lo que has hecho. Ver las tareas tachadas, sobre todo cuando son muchas, ¡es muy motivador!
Encuentra una motivación o recompénsate después
La falta de motivación es el problema más común al que se enfrentan los estudiantes. Sí, no todas las asignaturas y conocimientos que tienes que dominar ahora te interesan y te serán útiles en el futuro, es un hecho. Por lo tanto, si el curso en sí no te interesa y no te motiva el deseo de relacionar tu futura vida profesional con ella, entonces piensa en otra motivación, más personal y adecuada para ti. No tiene que estar necesariamente relacionada con la escuela. Así, la motivación puede ser:
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Un boletín de notas perfecto, que tendrás en tus manos si sacas una asignatura ahora mismo.
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Una sesión de cine, a la que irás en cuanto hayas hecho los deberes (compra la entrada inmediatamente, ¡te animará a no procrastinar y a cumplir el plazo!).
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La oportunidad de pasar al siguiente tema, más interesante, cuando termines con el tedioso y complicado tema que estás estudiando ahora.
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Deliciosas galletas que ha horneado tu madre y que te comerás en cuanto termines.
La oportunidad de jugar por fin a tu juego favorito o echarte una siesta también es una motivación, si no hay otra. La clave está en determinar por ti mismo con antelación lo que conseguirás si haces los deberes ahora mismo. Es más fácil trabajar por algo que al revés.
Divide las grandes tareas en pequeños pasos
No te comes una torta entera de un solo bocado, ¿verdad? Primero cortas un trozo y te lo comes, luego cortas otro, y así sucesivamente. Sigue el mismo principio con tus deberes. Por ejemplo, si tienes que preparar un gran proyecto sobre química, divide su elaboración en subapartados. Primero, por ejemplo, limítate a leer material sobre el tema, estudia lo que tendrás que tratar. A continuación, empieza a recopilar información útil que puedas utilizar. Después haz un plan, luego haz el primer experimento, luego el segundo, y así sucesivamente. Cuanto más pequeños sean los pasos que tengas que dar para completar toda la tarea, más fácil te resultará pasar de uno a otro. Y la tarea no te parecerá tan aterradora si tienes claro hacia dónde vas. Aunque el proceso sea lento y gradual, ¡estarás avanzando!
Aprende más sobre cómo estar al día de todo, encontrar tiempo para quedar con los amigos entre clase y evitar el cansancio en el curso "Gestión del tiempo. Guía para un adolescente".
Realiza las tareas con otra persona
No se trata solo de tener un tutor con el que hacer los deberes, para que puedas lidiar con un material demasiado difícil de aprender por ti mismo y mantener la motivación (bajo la supervisión de otra persona no te ganará la pereza). También puedes crear un grupo de estudio con tus compañeros o amigos que también necesitan apoyo educativo y moral y estudiar juntos. Hoy en día esto puede organizarse incluso en línea, por ejemplo a través de Zoom o Skype.
Lo principal es que no haya más de 4 personas en un grupo de este tipo, pues de lo contrario habrá problemas de coordinación. Además, asegúrate de que estas reuniones no se conviertan en encuentros amistosos: es bueno que se elija a una persona como "moderador" que supervise el proceso y detenga las discusiones extrañas. Lo ideal es que tú y el grupo tengan los mismos deberes, pero si no es el caso (por ejemplo, están en cursos o escuelas diferentes), este enfoque puede seguir practicándose. Acuerden que se pedirán consejo mutuamente cuando lo necesiten o que compartirán las dificultades que hayan surgido. Un ambiente "de estudio", con todo el mundo mirando sus cuadernos y pensando mucho, te motivará para seguir el ritmo.
Por supuesto, lo último que quieres hacer cuando llegas a casa después de clase es volver a estudiar. Pero no hay forma de evitarlo, así que es mucho mejor enfrentarse a las tareas de forma rápida y concisa que prolongar el tormento y aumentar tus problemas en la escuela. Tampoco olvides que necesitas descansar adecuadamente. Prueba diferentes actividades de ocio, vigila tus horas de sueño, utiliza nuestros consejos y sigue nuestro curso "Cómo aprender a estudiar" para que las tareas te resulten aún más fáciles.