Colegas y amigos se convierten en subordinados: cómo comportarse con el equipo
La vida es impredecible. Hoy estás sentado a la mesa del almuerzo con tus colegas criticando al jefe, y mañana… el jefe eres tú.
La vida es impredecible. Hoy estás sentado a la mesa del almuerzo con tus colegas criticando al jefe, y mañana… el jefe eres tú.
¿Y ahora qué? Especialmente si mantenías relaciones cercanas y cómodas con tus compañeros: salían juntos de bares, compartían secretos, y de repente, tu deseo de ascender y tu arduo trabajo dan frutos, convirtiéndote en alguien más exitoso, con mayor jerarquía. Muchos se sienten perdidos en esta situación y piensan que deben elegir entre "todo o nada": o el trabajo, o la amistad. No hay término medio. ¿Pero realmente es así?
Aunque tus relaciones con los compañeros inevitablemente cambiarán al convertirte en su jefe, eso no significa que debas olvidarte de la amistad previa. Pero sí tendrás que lidiar con la reacción del equipo ante el cambio, que no siempre será positiva. Es completamente natural: todos experimentamos emociones contradictorias ante una reestructuración. Concretamente contigo, esto puede manifestarse en forma de:
Envidia. Existe un alto riesgo de que alguien del equipo se pregunte: "¿Por qué él y no yo?", motivado por el ego herido y la tendencia a trasladar la culpa a otros. Esto puede venir de alguien que lleva más tiempo en la empresa que tú, es mayor o también aspiraba al puesto.
Escepticismo. Puede haber desconfianza hacia ti como líder, dudas sobre tus decisiones por razones como: ser más joven, tener menos experiencia, o simplemente no compararte favorablemente con el antiguo jefe. Las razones pueden ser infinitas.
Precaución. Incluso aquellos a quienes considerabas casi tus mejores amigos pueden mostrarse reservados. Es normal: no saben qué esperar de ti como jefe, ni cómo comportarse contigo. Se paralizan ante el cambio o intentan evitarte.
Sabotaje. Generalmente pasivo, oculto y disimulado, no directo. Puede manifestarse en forma de rumores, chismes, comentarios a espaldas o quejas veladas. Normalmente proviene de líderes informales del grupo o personas con las que ya tenías conflictos antes del ascenso.
Familiaridad excesiva. Otros pueden alegrarse demasiado de que ahora seas su jefe, creyendo que podrán ausentarse, llegar tarde o evitar responsabilidades, sin darse cuenta de que la amistad no otorga privilegios en el trabajo.
Recuerda que esto no significa que tus compañeros sean malas personas o que las relaciones estén rotas para siempre. Estas reacciones son temporales, producto del proceso de adaptación a una nueva realidad laboral. Tu tarea es mantener la calma, ser cordial, fomentar el diálogo abierto y, sobre todo, evitar los siguientes errores.
Error 1. Sentirte una estrella y actuar como tal
Es normal sentirse orgulloso de los logros propios, y tienes derecho a ello, pero evita demostrarlo frente al equipo. Comentarios arrogantes como "¡Debiste trabajar tanto como yo!" o pasar del trato cercano al formal de repente ("Señor Nicolás"), son totalmente inapropiados. Recuerda: hace apenas una semana, tú estabas en su lugar. Esto es, de hecho, una ventaja: conoces bien sus puntos fuertes y ya forman un equipo consolidado. Usa más el "nosotros": "Tenemos que hablar del plan", "Nuestra tarea actual es…".
Error 2. Fingir que nada ha cambiado
Nadie es tonto; todos saben que sí ha cambiado, y mucho. Lo importante no es el cambio en sí, sino que puede (y debe) ser para mejor. No se trata de aislarte en una oficina ni dirigirte a todos por su apellido, pero debes empezar a poner límites. Si alguien dice: "Relájate, lo hago en la tarde", debes corregirlo de inmediato. Tampoco más chismes en la sala de descanso, quejas sobre los superiores, ni holgazanear. Céntrate en tus deberes y asegura que los demás también cumplan con los suyos.
Error 3. Introducir cambios demasiado rápido
Quizás alguna vez pensaste: "Si yo fuera el jefe, lo cambiaría todo". Ahora puedes hacerlo, pero no de inmediato. No durante el período de adaptación. A las personas les cuesta aceptar el cambio de reglas más que el cambio de jefe. Si introduces nuevas normas demasiado pronto, incluso con frases como "Lo hablamos y todos estábamos de acuerdo", provocarás una reacción defensiva natural que protegerá el statu quo, aunque antes no les gustara.
Error 4. Hacer todo solo o delegar en exceso
Muchos creen que ser jefe implica delegar todo. Sí, puedes tener una persona de confianza y delegar tareas específicas, pero con recompensa (material o no) y sin exagerar. También puedes caer en el extremo opuesto: intentar hacerlo todo para demostrar que eres mejor que el jefe anterior. Esto lleva al agotamiento y al desequilibrio en el equipo. Todos deben seguir cumpliendo sus funciones como antes.
Aprendiendo por tema
En el curso "Gerente ideal. Estrategia y desarrollo de equipos" aprenderás todo sobre cómo ser un jefe eficaz, ganarte el respeto y la simpatía, dominar la gestión de conflictos, el trabajo en equipo y más. Dirigir a un grupo donde antes fuiste igual que ellos, en realidad, no difiere mucho de ser nombrado jefe directamente. Así que aquí tienes lo que deberías hacer tan pronto como tus colegas se conviertan en tus subordinados:
Es crucial que todos se sientan cómodos y sin prisas, así que hazlo antes o después del horario laboral. Aunque todos ya te conocen, lo hacen como colega, no como jefe. Ahora debes presentarte de nuevo. Este es el comienzo de una nueva etapa para construir confianza con el equipo. Así que:
Aclara que no pretendes ser un tirano ni cambiar todo de golpe. Lo único que ha cambiado son tus responsabilidades: ahora debes velar por los resultados colectivos, distribuir tareas, hacer seguimiento, etc.
Pide a tus compañeros que compartan abiertamente ideas o molestias si algo no les gusta. Demuestra tu buena voluntad.
Habla de cómo se dio el ascenso, qué ocurrió. A la gente le gusta la honestidad. No te subestimes ni digas "ni idea" porque nadie lo creerá.
Usa el humor. Comunica como siempre lo hiciste. Si eras gracioso, no te esfuerces en parecer serio o "importante". Mantén tu estilo habitual.
Recoge ideas, opiniones y propuestas. Di que, como nuevo jefe, estás abierto a cambios y quieres saber qué espera cada uno, qué quiere mejorar, etc.
Estas reuniones también pueden hacerse individualmente si es más cómodo para todos. Intenta que sea como una pequeña celebración, una oportunidad para mejorar la empresa y el equipo. Agradece a quienes te apoyaron, resalta las fortalezas de los demás y relájales el ambiente con té o dulces caseros. No debe parecer una reunión formal.
Especialmente la primera semana. ¿Cumplen sus tareas como antes? ¿Cómo se comportan en los descansos? ¿Cómo interactúan contigo? ¿Qué dice su lenguaje corporal? (algo que puedes aprender a leer con el curso "PNL en ventas"). Sal de la oficina en tus ratos libres, da paseos, haz preguntas sobre el trabajo y sobre ellos. Observa cualquier señal de malestar: por ejemplo, si ya no te invitan al almuerzo grupal.
Si estas señales persisten tras dos semanas, convoca otra reunión, aclara los puntos y averigua qué está mal. Comparte tus inquietudes y recuerda a todos que ellos también pueden hacerlo.
Importante: Un mes es más que suficiente para adaptarse a un nuevo jefe. Si los problemas persisten, identifica a los iniciadores del comportamiento destructivo (si afecta el trabajo), o bien acéptalo y enfócate en tus responsabilidades. A veces, elegir entre "trabajo o amistad" es inevitable.
O un almuerzo, o una salida al campo. Haz lo que hacían antes como colegas, pero ahora como jefe. Así demostrarás que ciertas cosas no han cambiado: tu cordialidad, sinceridad, confianza en el equipo (ahora subordinados) y deseo de unidad y éxito compartido. Comparte tus propias emociones y pregunta cómo se sintieron los demás esa semana. En un entorno informal, será más fácil para ellos expresar ideas, inquietudes o simplemente aceptar que ahora tú estás al mando, pero sigues siendo parte del grupo. Dado que todo cambio genera estrés, algo familiar como una salida conjunta puede ser de gran ayuda.
Por supuesto, es clave seguir siendo accesible y amable, pero igual de importante es marcar límites: responder claramente a los "Lo haré luego" o "Eres el jefe, todo está bien" con algo como: "Ese cargo implica nuevas responsabilidades, así que todos debemos seguir trabajando como antes". Y cambia de inmediato a un tema laboral: "Hablando de eso, ¿ya hiciste esto y aquello?". Es esencial mostrarse como un líder justo, competente y con autoridad en el primer mes, ya que esa será la imagen que quedará grabada para siempre. Así que… ¡hazlo bien!
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