Cronófagos
Qué son los cronófagos
El concepto de cronófago se forma a partir de dos palabras griegas: "chronos" - tiempo y "phage" - absorber. Así que, en traducción literal, los cronófagos se denominan absorbedores o devoradores de tiempo. En otras palabras, es todo aquello que nos distrae, nos roba valiosos minutos y a veces horas, interfiere en las actividades habituales y frustra los planes. Por ejemplo, los cronófagos pueden ser colegas habladores, llamadas inesperadas de familiares o amigos, atascos, consumo de noticias trágicas e incluso una incorrecta priorización.
Podemos decir que los cronófagos son cualquier error en la gestión del tiempo y los problemas de planificación, fuerza mayor, procrastinación o, por el contrario, multitarea. Al mismo tiempo, algunos de los cronófagos dependen directamente de las propias personas, como hojear sin sentido los feeds de las redes sociales, mientras que otros, como las condiciones meteorológicas o los atascos, se producen de forma espontánea y escapan a nuestro control.
En cualquier caso, identificar nuestros propios cronófagos que nos roban el tiempo y predecirlos es uno de los métodos más eficaces para aumentar la eficiencia personal en cualquier ámbito, como el estudio, el trabajo o las aficiones.
Causas de los cronófagos
A excepción de factores externos, como enfermedades repentinas, los cronófagos no surgen por sí solos. De hecho, son creados por las personas, y puede haber muchas razones para ello:
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Errores de planificación y falta de autodisciplina. En el caso de que no te hayas ocupado de la distribución de la carga y los plazos, en definitiva, haz mal organizado tus propios asuntos, lo más probable es que ocurra una afluencia inesperada de tareas, la interrupción de los plazos y todos los planes. No vas a obtener un resultado decente, además de que perderás el tiempo. Por lo tanto, es la falta de gestión del tiempo competente - un terreno fértil para la aparición de cronófagos.
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Distracciones. Se denomina así a todo aquello que provoca la procrastinación. Por ejemplo, hojear los feeds de las redes sociales o hacer doomscrolling. Además, las distracciones pueden incluir una atención excesiva a los detalles y un perfeccionismo malsano, cuando en lugar de hacer el trabajo con prontitud, se dedica demasiado tiempo a llevarlo a la perfección.
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Problemas personales o familiares. La productividad durante la jornada laboral puede verse afectada por nuestras relaciones con los seres queridos, nuestro bienestar y nuestro estado de ánimo. Además, el cansancio, el agotamiento o las peleas con los compañeros también distraen del trabajo. En tal caso, es más eficaz hacer una pausa en la actividad o posponer todas las actividades hasta el día siguiente.
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Estrés y peculiaridades mentales. Debido a la fatiga acumulada, se pierde la concentración y el foco de atención. Así, es posible dedicar más tiempo del habitual a resolver tareas triviales.
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Actividades desagradables. Todos tenemos una lista de cosas que odiamos hacer. Lógicamente, las dejamos para más tarde y en el fondo esperamos que ese "más tarde" no llegue nunca. Por desgracia, no es así, y todas nuestras falsas esperanzas y dudas sobre las tareas desagradables pueden considerarse cronófagos.
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Multitarea. Al haber sopesado un número desorbitado de cosas por hacer, tarde o temprano se te escapará algo importante por una banal falta de tiempo. Como consecuencia, tendrás tiempo para realizar muchas pequeñas tareas, pero no te aportarán resultados tangibles. Así es como surge la sensación de pérdida de tiempo.
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Falta de un objetivo claro. Si no entiendes por qué te dedicas a tal o cual actividad, aumenta la probabilidad de que no consigas ningún resultado. Sin conocer el objetivo final, es posible que realices movimientos innecesarios y pierdas el tiempo en tareas inútiles que no te acercan a su consecución.
Al mismo tiempo, como ya se ha mencionado, también hay motivos para la aparición de cronófagos que no dependen de nosotros: colas, atascos, condiciones meteorológicas y otras circunstancias inesperadas.
Tipos de cronófagos
Los cronófagos son un fenómeno omnipresente, porque de una forma u otra están presentes en la vida de las personas más productivas y prácticas. En función de las razones de la aparición de los cronófagos y de sus características, existen varias clasificaciones. Por ejemplo, la más universal es la siguiente:
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Distracciones o actividades improductivas: todo aquello que no es útil y hace perder el tiempo a una persona. Por ejemplo, la adicción a los gadgets y la navegación sin sentido por Internet se denominan ahora el principal cronófago. Otros tipos populares de estos cronófagos son los videojuegos, los programas de televisión y las series;
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La interacción humana: es decir, aquellas situaciones en las que perdemos el tiempo por culpa de otras personas. Puede tratarse tanto de conocidos demasiado habladores como de llamadas de trabajo prolongadas, reuniones sin objetivo final o subordinados no muy profesionales, por lo que a veces tenemos que rehacer el trabajo;
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Circunstancias externas del entorno: la principal peculiaridad y al mismo tiempo dificultad de la lucha con tales cronófagos es que su aparición no depende de nuestra voluntad. Por ejemplo, una enfermedad repentina que te toma a ti o a tu hijo por sorpresa, llegar tarde al trabajo por culpa de los atascos, las nevadas, el hielo u otros acontecimientos de fuerza mayor para ti o tus compañeros. Al fin y al cabo, podemos renunciar a las redes sociales o abandonar una conversación con un colega hablador, pero no podemos influir en el nivel de atascos de la ciudad;
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Circunstancias internas: es decir, problemas relacionados con nuestro estado psicológico y nuestra salud mental. Los cronófagos son la pereza, la dilación, el exceso de trabajo, el estrés y la apatía, la frustración en el trabajo y la pérdida del sentido de la actividad. Para resistir a estos cronófagos, es importante identificar correctamente los propios sentimientos, dedicarse regularmente al autoanálisis y la autorreflexión, y desarrollar la responsabilidad y la disciplina internas.
Algunos expertos en eficacia personal y gestión del tiempo sugieren una división más sencilla de los cronófagos en:
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Cronógrafos animados
Son los mismos vecinos, amigos, parientes demasiado parlanchines y habladores, es casi imposible evitar hablar con ellos. También a los cronófagos animados pertenecen las llamadas publicitarias inesperadas, las peticiones de hacer una encuesta social, la comunicación en mensajeros diversos. Es importante entender que los cronófagos son cosas que nos quitan tiempo y no tienen ningún valor. Pero, por ejemplo, discutir asuntos de trabajo e incluso el small talk entre colegas durante una pausa para el café puede ser muy útil, así que no abandones por completo la interacción con otras personas.
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Cronógrafos inanimados
Este tipo de cronófagos incluye todo lo que no está directamente relacionado con una persona, pero fue creado artificialmente. Por ejemplo, las mismas redes sociales que nos distraen, los juegos de ordenador, la procrastinación o simplemente la pereza, así como el tiempo que pasamos en colas, atascos, esperando un acontecimiento.
Existe otra clasificación que distingue a los cronófagos por su grado de controlabilidad. Estos son:
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Controlables, que son bastante posibles de predecir e incluso asignarles un tiempo en tu agenda. Por ejemplo, socializar con los compañeros, las redes sociales, un banal descanso después de una jornada laboral, antes de empezar las tareas domésticas.
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Incontrolables, es decir, fuera de nuestro control. Puede ser un fallo en el portátil, una avería en el coche de camino al trabajo, un accidente o atascos, llegar tarde a la reunión con un socio, etc.
Ejemplos de sumideros de tiempo
Además de todo lo que ya se ha dicho, también existen cronófagos de este tipo de los que quizá ni siquiera nos hayamos dado cuenta. Por ejemplo, ese papel lo desempeña a menudo la incapacidad de decir "no" y negarse a hacer un trabajo que no es de tu responsabilidad. Si no sabes cómo negarte, puede ser un motivo para la aparición de un cronófago.
Otro cronófago puede no ser el hábito más productivo de asumir varios asuntos a la vez. Tiene un impacto especialmente negativo en el trabajo si el especialista no sabe priorizar adecuadamente. Así, aparecen los propios cronófagos, que afectan a la propia persona, a su bienestar y a la eficacia laboral.
La excesiva lentitud, el perfeccionismo total, el deseo de alcanzar la perfección o, por el contrario, la excesiva prisa son también claros ejemplos de cronófagos. También lo es el hábito de revisar el correo electrónico, los mensajeros y las noticias de las redes sociales cada diez minutos.
Un claro indicador de cronófagos en tus actividades y en tu vida diaria es el desorden en tu espacio personal y en tu escritorio. Acostúmbrate a ordenar periódicamente tu escritorio reservando un tiempo determinado, por ejemplo diez minutos al final del día. También es un buen hábito tomar notas y escribir a mano tu rutina diaria.
Así, puedes darte cuenta de la presencia de cronófagos en tu vida simplemente observándote a ti mismo. Piensa si a menudo llegas tarde al trabajo por una conversación banal con tu vecino. ¿Y con qué frecuencia consultas tus redes sociales durante la jornada laboral? ¿Cuántas horas valiosas estás dispuesto a pasar jugando a videojuegos, viendo una serie de televisión o realizando actividades mecánicas sin sentido? Analiza tu comportamiento y responde a las preguntas con sinceridad. Si notas que en tu vida hay muchos más de estos hábitos negativos que de los productivos y positivos, es hora de luchar contra los cronófagos.
Cómo combatir la cronofagia
Una vez que conozcas las causas de la cronofagia y sus diversas manifestaciones, no te resultará difícil contrarrestarlas. La clave está en
Paso 1: Identifica tu cronófago dominante
En pocas palabras, tienes que averiguar en qué pierdes más tiempo. Para ello, ten un diario especial de tus tareas pendientes, en el que deberás anotar todo lo que haces durante la semana. No olvides anotar cuánto tiempo dedicas a cada actividad. De esta forma entenderás qué cronófagos están más presentes en tu vida y cuánto tiempo absorben en general. Para mayor comodidad, puedes hacer una tabla con los principales tipos de cronófagos y sus ejemplos. Debería tener este aspecto:
Cronófagos |
Ejemplos de vida |
Actividades de distracción |
Juegos en el teléfono Redes sociales |
Fuerza mayor |
Atascos frecuentes |
Personas |
Charlas sin sentido en casa Vecino hablador |
Asuntos internos |
Insatisfacción con la calidad del trabajo Falta de inspiración y motivación Fatiga y apatía |
De esta forma podrás identificar rápida y fácilmente algunos cronófagos importantes. En el futuro, intenta evitarlos. Por ejemplo, si descubres que pasas la mayor parte del tiempo chateando en messengers y desplazándote por tu feed, es mejor desactivar todas las notificaciones y establecer un modo "No molestar" mientras trabajas. En este caso, la probabilidad de prestar atención a las distracciones se reduce significativamente. Además, puedes intentar convertir el cronófago en algo útil. Por ejemplo, si ves constantemente vídeos en YouTube, presta atención a aquellos canales que te ayudarán a crecer profesionalmente. Así que, si no puedes vencer al cronófago, sácale el máximo partido.
Paso 2: Practica la gestión del tiempo
Se trata de un proceso deliberado de gestión consciente del tiempo. Te permitirá no malgastar un recurso valioso y tener siempre presente en qué se te va el tiempo. Lo más recomendable es empezar a sumergirse en la gestión del tiempo leyendo literatura sobre el tema, como el libro "Procrastinación. Primeros auxilios", de Tanya van Essen y Henri Schouwenburg, sobre las razones de la tendencia de las personas a posponer las cosas. Por su parte, el libro de Francesco Cirillo "La técnica pomodoro. Gestión del tiempo, inspiración y concentración" tiene una orientación más práctica y, utilizando la Técnica del Pomodoro como ejemplo, da consejos precisos sobre cómo concentrarse en tareas difíciles y luchar contra la procrastinación, cumpliendo siempre los plazos sin estrés ni exceso de trabajo.
De hecho, existen muchas otras técnicas de gestión del tiempo. Ofrecen técnicas de planificación a largo y corto plazo, casi minuto a minuto, diversas matrices de tiempo y todo tipo de principios de distribución competente de la carga de trabajo. Por ejemplo, una de las técnicas más comunes se llama "90 por 30". De acuerdo con ella, se asigna una hora y media, es decir, 90 minutos, al trabajo, y después media hora al descanso. Con cierta periodicidad, se repite el ciclo, que dura dos horas. No menos demandado entre los profesionales es el método de "1-3-5" o, como también se le conoce, el "Principio de los nueve casos". El planteamiento es sencillo: consiste en completar un caso grande, tres medianos y cinco pequeños al día. Los pequeños pueden incluir, por ejemplo, tareas domésticas ligeras, porque también hay que planificarlas para que no se acumulen. La esencia del método es que tal número y proporción de asuntos ayudarán a pasar el día de forma productiva y sin agotamiento.
Así pues, cada una de estas técnicas te ayudará a ahorrar tu recurso más valioso: el tiempo. Organizándolo adecuadamente, podrás terminar rápida y eficazmente las tareas acumuladas, empezar a trabajar en otras nuevas e incluso dedicarte una o dos horas a ti mismo. En otras palabras, no lo dudes, ¡todo esto beneficia tu productividad!
Paso 3: Aprende a establecer tus prioridades
A veces, cuando uno se ahoga en un mar de tareas y obligaciones de todo tipo, puede resultar muy difícil decidir qué hacer primero. Por eso es tan importante priorizar correctamente, ya que te permite identificar las tareas más prioritarias y ponerlas al principio de tu lista de responsabilidades.
De lo contrario, inconscientemente dejaremos para más tarde las tareas difíciles pero importantes, porque todas las personas tendemos a seguir el camino de menor resistencia. Como resultado, esto hace que perdamos el tiempo sin sentido.
Paso 4: Delega responsabilidades
Delegar significa dar a otra persona tus tareas, responsabilidades o autoridad. Por ejemplo, un comerciante puede encargar a un vendedor que haga un pedido por su cuenta, y los padres pueden encargar a un hijo que lave los platos o saque la basura.
Así, la delegación permite delegar en otra persona tareas al menos sencillas de realizar, pero que, sin embargo, también requieren tiempo. Al fin y al cabo, si tienes demasiadas responsabilidades, no siempre tienes que hacerlas tú mismo, prueba a delegarlas en otra persona.
Paso 5: Planifica incluso tus vacaciones
La gestión del tiempo no debe descuidarse cuando se trata de las vacaciones. Intenta evitar el agotamiento, la procrastinación y el estrés. Todos ellos son síntomas claros de exceso de trabajo, por lo que la eficacia de tu productividad corre peligro. Por lo tanto, no olvides asignar tiempo en tu calendario para descansar y no preocuparte por si te estás olvidando de algo importante. En este caso, lo mejor es utilizar la "antiplanificación". Es un método de planificación desarrollado por el psicólogo Neir Fiore y diseñado para combatir uno de los cronófagos más comunes: la procrastinación. Fiore sostiene que lo que hay que planificar no es el trabajo, sino el tiempo libre. El trabajo, por otra parte, sólo debe hacerse cuando no se está de vacaciones.
Paso 6: Aprende a imponer límites personales
Un cronófago igualmente común es la incapacidad para decir "no". Aprende a decir "no" a los subordinados irresponsables y a otras personas que retrasan e incumplen los plazos, llegan tarde a una reunión o desaparecen de repente. Una vez que te hayas alejado de esas personas en tu vida, sentirás que tienes un poco más de tiempo.
Paso 7: Está siempre preparado para casos de fuerza mayor
No debemos olvidar que las circunstancias externas pueden tener un impacto significativo en nuestras vidas, aunque no lo queramos. Sin embargo, es un error pensar que no podemos hacer nada al respecto. Por ejemplo, siempre puedes llevar contigo un libro para leer en la cola. También puedes descargarte podcasts interesantes con antelación y escucharlos en un largo atasco para no perder el tiempo. Incluso puedes combinar los típicos cronofagos y matar dos pájaros de un tiro: estando en el mismo atasco puedes llamar a un familiar conversador. Por lo tanto, es mejor pensar bien todas las opciones para el desarrollo de los acontecimientos. Así, por ejemplo, si hay cortes de luz en la oficina, lleva siempre un power bank. En otras palabras, aprende a ver las oportunidades de emplear tu tiempo de forma útil en lugar de malgastarlo, aunque a primera vista parezca imposible.
Conclusiones
Hoy en día, nos enfrentamos cada día a decenas de cronófagos de todo tipo, desde colas en la gasolinera hasta compañeros molestos en el trabajo. Por algo los cronófagos se llaman los principales enemigos de la productividad, porque cuanto más tiempo les dedicamos, menos tiempo nos queda para avanzar hacia nuestros objetivos. Para combatirlos, puedes utilizar varias herramientas -tanto planificadores en papel como aplicaciones en tu smartphone-, diversas técnicas y métodos de gestión del tiempo. Lo más importante: ¡no olvides que todo está en tus manos y que incluso puedes retroceder el tiempo! Sólo tienes que querer hacerlo.