Cuanto más mayores nos hacemos, menos sentido le vemos a hacer cambios.
Muy rara vez se ve a una persona mayor de 50 años que haya decidido dejar el trabajo antiguo y empezar una nueva carrera, aunque esa carrera siempre hubiese sido el sueño de su vida. Pero el equipo de Lectera está seguro de que no se puede renunciar a algo solo por la edad: ¡es un error muy grande! Al fin y al cabo, el mercado laboral en 2023 no es el mismo que hace cinco años, y mucho menos que hace veinte o treinta. Hoy en día, cambiar de empresa y de puesto al menos una vez cada tres años es igual de normal que comprar por internet o comunicarse en chats. Es una nueva realidad y no debes renunciar a ella por unos números en tu tarjeta de identificación.
En este artículo te contamos cuáles son los miedos más comunes a los que se enfrentan las personas mayores de 50 años al cambiar de trabajo, cómo superarlos, evaluar las posibilidades reales de conseguir un trabajo nuevo y entender exactamente si lo necesitas o no.
Miedos y cómo encontrarles salida: consejos de psicólogos de Lectera
Todo el mundo tiene miedos y es normal. Pero no es normal convertirse en rehén de esos miedos y posponer cualquier decisión, plan o deseo por culpa de ellos. Por lo tanto, las casas más frecuentes por las que las personas mayores de 50 años renuncian a cambiar de trabajo son las siguientes:
1. Miedo a la crítica de los demás. "Mis amigos dirán que estoy completamente loca en mi vejez", ¿conoces este pensamiento? Te ayudará a superar este miedo y entender su irracionalidad la llamada "lista del entorno":
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Toma una hoja de papel y anota todas las personas con las que te relacionas habitualmente.
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Luego léela y piensa, ¿la opinión de cuál de esas personas te importa de verdad? ¿A quién consideras tu autoridad, tu punto de referencia o apoyo? ¿A quién le haces caso en realidad? Lo más probable es que sea a tu hija, hijo, cónyuge, pero desde luego no a la vecina del primer piso con la que solo hablas del tiempo o de los gatos.
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Elige a la personas más importantes para ti y luego pregúntate: ¿estás seguro de que esas personas te van a criticar? ¿Por qué estás seguro de que no puedes contar con su apoyo?
2. Miedo a perder las ganancias y los ahorros. A los 50, una persona normalmente ya tiene un portafolio considerable: reputación profesional, familia, apartamento, casa de vacaciones, algo de ahorros en la cuenta o debajo de un colchón. Es absolutamente normal que tengas ganas de conservar todo esto, pero pregúntate lo siguiente:
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¿No estás, al contrario, aumentando el riesgo de perderlo todo siguiendo en el mismo trabajo? Por ejemplo, perjudicando de esta manera tu salud o renunciando a un futuro profesional mejor.
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¿Por qué crees que cambiar de trabajo es una amenaza para tu economía? Al fin y al cabo, los ahorros seguirán allí, y la experiencia obtenida, también.
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¿De verdad puede pasar que con tu nivel de responsabilidad, profesionalismo y preparación termines en una situación donde las pérdidas son inevitables?
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¿Qué tan adecuadas son tus evaluaciones de las amenazas?
3. Un miedo irracional de cambios, de lo desconocido. Cambiar de trabajo siempre supone salir de tu zona de confort y, desde luego, no muchos especialistas jóvenes se van a decidir a dar ese paso, y aún menos si eres mayor. Entre los motivos más comunes del miedo a los cambios pueden estar tanto los que se han expuesto anteriormente, como el miedo a equivocarse, creencias muy arraigadas, distorsiones cognitivas o la tendencia de nuestro cerebro a perder flexibilidad con los años y resistirse a los cambios para no cambiar estereotipos. En este caso te ayudará lo siguiente:
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Piensa en una experiencia de cambios positiva que has tenido. Seguro que en el pasado ya tuviste que empezar algo de cero o superar miedos similares. ¿Cómo lo superaste antes? ¿Qué te ayudó? ¿Por qué estás convencido de que no podrás volver a hacerlo?
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Piensa en ejemplos positivos de tu entorno. Recuerda a los parientes y conocidos que se atrevieron a hacer algo semejante a pesar de todo. También pueden servir las autobiografías de personas famosas o Internet: encuentra a alguien que te inspire y te sirva de ejemplo incluso si es un héroe de tu clásico favorito. Te recomendamos que veas la película "El becario", en la que el protagonista de 70 años de edad se niega a jubilarse y empieza a trabajar de becario en una tienda online de ropa.
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Prioriza. Las prioridades suelen cambiar con la edad. ¿Sigue igual de importante que ganes lo mismo que antes o tienes suficientes ahorros y tus hijos ya son adultos y no los tienes que mantener? ¿No es más importante que te centres ahora en tu salud emocional y física? El agotamiento profesional es igual de malo que cualquier otro problema.
¿Por qué NECESITAS cambiar de trabajo después de los 50?
Si no es suficiente con disipar tus miedos para que te decidas cambiar de trabajo, entonces deberías pensar en qué exactamente te aportará otro empleo. Porque en tu caso, un nuevo trabajo es:
Una oportunidad de sentirte realizado en ámbitos nuevos
Existe un concepto llamado "techo de cristal". Es cuando un trabajador alcanza un puesto después del cual ya no se puede ascender más por una razón u otra: puede que sea justamente por la edad o simplemente porque no exista otro puesto más alto que el que desempeña. Un trabajo nuevo brinda un desarrollo nuevo: nuevos retos, logros, contactos, habilidades e incluso aficiones.
Más satisfacción con la vida
Como resultado del punto anterior, mejorarás tu estado moral y, junto con él, tu salud física, porque el aburrimiento profesional y las ambiciones no realizadas a menudo causan estrés y desgaste. Un nuevo trabajo que se ajuste a tus intereses y necesidades actuales mejorará tu bienestar general.
Potencial para una mayor estabilidad financiera
Puede que el nuevo ámbito de actividad en el que estás pensando sea capaz de aportarte más beneficios económicos que el anterior. Es especialmente importante si tu sector actual se está quedando anticuado o perdiendo relevancia, lo cual suele suceder con los sectores tradicionales del mercado. Así, un trabajo nuevo a la larga te puede ofrecer bastante más ingresos que el que tienes ahora.
Oportunidad para dedicarte a lo que siempre te ha gustado
Por desgracia, no todo el mundo puede dedicar su vida desde joven a lo que realmente le gusta, porque en esa época las prioridades de una persona son completamente distintas (por ejemplo, unos ingresos estables para mantener a sus hijos). Pero ahora que tienes más de 50, eres completamente libre y puedes permitirte cuidar solo de ti mismo, así que puedes dedicarte al oficio que te gusta, aunque no sea muy rentable.
Prolongación de la juventud de tu cerebro
Según nos hacemos mayores, aprendemos nuevas habilidades y probamos cosas nuevas cada vez menos, por lo que en nuestro cerebro dejan de aparecer nuevas conexiones neuronales. Se usan solo las antiguas. Esto conduce a una inevitable pérdida de la memoria y la flexibilidad mental, a la estereotipación y, como resultado, reducción de la eficiencia y la competitividad en el mercado laboral. Pero un trabajo nuevo estimulará la aparición de nuevas conexiones neuronales y el cerebro se tonificará. Además, una actividad cerebral regular minimiza el riesgo de padecer Alzheimer, demencia y otras enfermedades cerebrales.
Posibilidad de pasar más tiempo con la familia
Es probable que tu trabajo actual te quite un montón de tiempo, mientras que con uno nuevo tendrás más tiempo libre y, gracias a esto, podrás pasar más tiempo con tus seres queridos o dedicártelo a ti mismo: por ejemplo, hacer deporte, comer sano y a su hora, no como ahora que siempre tienes prisa por llegar a una reunión o cosas por el estilo.
Necesidad de solucionar problemas que te han hecho pensar en cambiar de trabajo
Seguramente es el principal argumento a favor del cambio de trabajo. ¿Seguramente no empezaste a pensar en eso ni te has puesto a leer este artículo porque sí? Sea cual sea la razón que te hizo pensar en dimitir - aburrimiento, desgaste laboral, ganas de pasar más tiempo con la familia o un sueño incumplido, - no debes pasarlo por alto. No ignores tus necesidades y problemas, de lo contrario, en el futuro solo empeorarán.
Qué debes tener en cuenta al cambiar de trabajo
Está claro que un nuevo trabajo no es solo buenas perspectivas, inspiración y una vida mejor. También es una serie de dificultades para las que te tienes que preparar psicológicamente.
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Tendrás que volver a ser un novato. A los adultos puede resultarles difícil admitir que no saben o no saben hacer algo, o escuchar a quienes son más jóvenes o inexpertos. Pero es importante no olvidar que eso no devalúa en absoluto tu experiencia vital y profesional, y que la posición de principiante es temporal, como mucho durante unos meses, hasta que consigas entenderlo y adaptarte. Entonces verán lo que vales, ¿a que sí?
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Tendrás que volver a estudiar. No se trata en absoluto de entrar en una universidad de nuevo, sino desarrollar tus habilidades blandas (soft skills) que hoy en día se valoran en el mercado laboral diez veces más que en los tiempos cuando buscaste trabajo por última vez. Las habilidades blandas comprenden la inteligencia emocional, pensamiento crítico, capacidad de gestionar un equipo, liderazgo, gestión del tiempo y todo lo que ayuda a un empleado a aplicar conocimientos técnicos con más eficiencia. Todo esto lo podrás aprender con los cursos de Lectera dedicando al aprendizaje tan solo 15 minutos al día. Así que no todo está tan mal como parece, pero tendrás que volver a adoptar el papel de estudiante de nuevo. Y por mucho tiempo, porque hoy en día el aprendizaje debe ser continuo si quieres tener una ventaja competitiva en el mercado.
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Reducción de sueldo. Es probable que también sea temporal, a menos que empieces una carrera desde cero, es decir, dejes el puesto de contador para ser florista. Pero sí que habrá diferencia en los ingresos en comparación con tu trabajo anterior, y será considerable. Sin embargo, recuerda que no cambias de trabajo solo para ganar más, sino para ganar de otra manera. Nuevas tareas, condiciones y posibilidades a cambio de reducción de sueldo es bastante justo.
Cuando NO DEBES cambiar de trabajo
No deberías cambiar de trabajo si no estás dispuesto a aceptar los tres puntos expuestos arriba. Otra de las razones por las que probablemente no deberías cambiar de trabajo es si no sabes evaluar de manera realista el nicho o tus capacidades. Por ejemplo, quieres ser bailarina del Teatro Bolshoi o piloto. Es decir, si se trata de profesiones que hay que aprender desde pequeño y donde se requiere una preparación física especial. Pero en la mayoría de los ámbitos de actividad actuales, la edad no es un impedimento para empezar una carrera y encontrar un trabajo, por eso no hay ninguna otra razón para renunciar a un empleo nuevo.
También deberías pensar bien en cambiar de trabajo si tienes otras vías de conseguir lo que quieres. Por ejemplo, empezar a vender tartas los días libres y después del trabajo como un hobby. No es necesario dejar el puesto actual para descubrir nuevos horizontes y aficiones. Un cambio de empleo no siempre es un remedio universal, a veces es necesario recurrir a un asesor de carreras profesionales o un psicólogo para entenderte a ti mismo y tomar una decisión, o esperar un poco y hacer caso a tus sentimientos. En cualquier caso, recuerda que el mundo no se derrumbará sólo por tu decisión, desde luego puedes permitirte ser feliz, aunque eso signifique renunciar a algo o aguantar algo. Al fin y al cabo, ¿cuándo si no ahora?