La ley de "educación" actualizada de China ha prohibido a las empresas locales prestar servicios de tutoría, atraer la inversión extranjera en el sector EdTech y cotizar en la bolsa. Los analistas predicen que el gobierno pronto se negará a registrar nuevas empresas de educación.
También se han introducido cambios en el ámbito tecnológico: las empresas no pueden utilizar sistemas educativos extranjeros, aunque todo el sistema de enseñanza se base en ellos. Además, las organizaciones educativas no trabajarán los días festivos, los fines de semana y durante las vacaciones escolares, y los niños menores de 6 años no podrán asistir a clases particulares. Los mayores jugadores del mercado ya están informando de la caída de sus ingresos y los pronósticos alarmantes del futuro financiero están obligando a los empleados a trasladarse a organizaciones de otros sectores.
El proyecto de ley ha tenido una gran repercusión en el mercado laboral: con la nueva normativa, los profesores extranjeros ya no pueden trabajar en centros educativos. Sin embargo, los niños chinos tienen derecho a recibir clases de profesores del extranjero. Queda por ver cómo funcionará esta paradoja en la práctica.
El interés de los inversores por los gigantes chinos de la EdTech disminuye día a día. Las acciones del gran "proveedor de educación" New Oriental Education and Technology, que cotiza en la Bolsa de Nueva York, ya han caído un 50%. Los analistas informan de que el número mensual de clases reservadas por los estudiantes ha disminuido considerablemente, y la facturación media de los tutores por una sola clase se ha reducido en varias decenas de puntos porcentuales. El crecimiento del mercado no se ve favorecido por los padres, que en su mayoría se han congelado en previsión de nuevas facturas y han renunciado temporalmente a las clases extra. Esto está costando caro a los proyectos EdTech: antes, hasta el 75% de los alumnos de 6 a 18 años recibían clases extra, y los jardines de infancia solían impartir el plan de estudios de primer grado.