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Sólo unos entusiastas se acuerdan ahora de Clubhouse, que hace un año fue super popular. Pero cuando la aplicación se hizo viral en Internet, todo el mundo hablaba de ella.
Todos querían entrar en la misma sala que Elon Musk, Mark Zuckerberg y otros oradores igualmente famosos. Todos querían escuchar lo que tenían que decir los poderosos, levantar virtualmente la mano, o tal vez incluso hacerle una pregunta al orador. Otra cosa que todo el mundo quería era dar sus propias charlas e incluso moderar sus propias salas. Parece ser una gran solución para el networking: ¡entrar, conocerse y comunicarse en la comodidad de su propia casa! Sin embargo, algo salió mal en Clubhouse. Y hasta sabemos lo que fue.
Una breve historia de éxito
La versión beta de la aplicación Clubhouse apareció en marzo de 2020. Ya entonces, los creadores del servicio, los desarrolladores Rohan Seth y Paul Davison, presentaron su principal objetivo: servir de punto de encuentro para profesionales de diferentes sectores. En febrero de 2021, la audiencia de la aplicación alcanzó su punto máximo, con 8,1 millones de descargas entre el 1 y el 16 de febrero. Incluso las grandes marcas acudieron a Clubhouse, reconociendo que el núcleo de público inteligente, educado y con dinero estaba ahora "pasando el rato" allí por las tardes. Sin embargo, ya el 13 de marzo el número de descargas en todo el mundo se había desplomado a 12 millones. En junio, la aplicación cobró un nuevo impulso gracias a que los desarrolladores habían lanzado una versión para Android un mes antes. Así, la cantidad de descargas del servicio desde Google Play en el mes de junio se acercó a los 8 millones. Sin embargo, para entonces, las conocidas empresas que moderaban las grandes salas con oradores invitados ya habían abandonado la aplicación. En cambio, el número de "salas locales" aumentó de 300.000 transmisiones a principios del verano de 2021 a 700.000 a principios del otoño.
¿Cuál fue exactamente el problema de Clubhouse?
Para ser sinceros, tenía muchos.
Las invitaciones para unirse a las distintas salas no paraban de llegar. Y si declinabas la invitación, tu amigo o nuevo conocido podría sentirse muy ofendido. Los moderadores de los debates o los participantes directos lo tuvieron aún más difícil: constantemente se pedía a los oradores famosos que hablaran y compartieran sus opiniones sobre varios temas, aunque no hubieran acudido a la conferencia para ello. Esto dejaba al orador sin tiempo para manejar sus propias salas y otros asuntos importantes, ya que se veía obligado a profundizar en nuevos temas una y otra vez. Y el tiempo invertido en las discusiones prácticamente no valía la pena: como demostró la práctica, los usuarios rara vez empezaron a seguir a los oradores fuera de Clubhouse, y fue difícil "transferir" el tráfico hacia otras redes sociales.
La estrategia de atraer a los usuarios a Clubhouse jugando con su deseo de formar parte de la "élite" sólo funcionó al principio. Sí, al principio toda la gente soñaba con conseguir la codiciada invitación a Clubhouse, mientras que las invitaciones en sí no eran más que tres para cada usuario. Esto creó una especie de caza y la propia sensación de "elitismo" al conseguir entrar en la aplicación. Sin embargo, hackers con talento intentaron entonces trasladar el servicio a Android (inicialmente Clubhouse sólo funcionaba en iOS, lo que añadía una sensación de exclusividad a los propietarios de iPhone). Una vez que la aplicación estuvo disponible en todos los dispositivos, sus creadores también abandonaron el sistema de invitación a la lista de espera, lo que hizo que la relevancia de Clubhouse cayera en picado.
La caída de Clubhouse también tuvo mucho que ver con el factor humano. Clubhouse, al ser un sitio donde todo el control se concentra en manos de los propios usuarios, se enfrentó al problema primitivo de la falta de etiqueta. Muchos usuarios se permitían decir cosas inadecuadas y palabrotas e incluso se tomaban la libertad de transferir a los oradores a la categoría de "oyentes", apagando su micrófono para que no pudieran responder a los comentarios insultantes que se les hacía. Y esto es sólo la punta del iceberg. Los críticos occidentales han expresado repetidamente la opinión de que la aplicación no fomenta la diversidad, sino que sólo refleja un desequilibrio.
Como consecuencia, la moderación se convirtió en otro problema de Clubhouse. Cada sala debía tener un moderador, presumiblemente el creador de esta transmisión, que supervisara y dirigiera el debate. A pesar de ello, el debate podía paralizarse en cualquier momento, por mucho que los moderadores intentaran detener a los oradores especialmente vehementes y obstinados. Por cierto, delegar totalmente los derechos de moderador al propietario de la sala tampoco fue la mejor decisión de los creadores de Clubhouse. La falta de control por parte de la propia app dio lugar a cientos de miles de salas en las que se discutían temas semilegales o totalmente ilegales.
Hablando de control por parte de la propia aplicación. Las conversaciones no podían ser grabadas, al menos eso es lo que afirmaban los creadores de la aplicación. En la práctica, por supuesto que era posible grabar el discurso de los oradores. El servicio simplemente enviaba una notificación si notaba que un usuario con una sala de Clubhouse habilitada activaba la grabación de pantalla en su smartphone. Pero estos participantes no fueron baneados ni restringidos de ninguna manera. No hace falta mencionar los dispositivos de grabación de terceros, como un segundo teléfono, un ordenador portátil o cualquier otro: nadie sabría que estabas grabando una conferencia en Clubhouse con una grabadora.
Y por último, el principal problema de Clubhouse en términos comerciales fue la falta de un posicionamiento claro del producto en el mercado. Por mucho que los representantes del servicio digan que hoy en día el mercado se rige por los productos de audio, en realidad no es ni mucho menos tan sencillo. La función de transmisión de audio ha sido adaptada desde hace tiempo por grandes plataformas como Twitter, Telegram y Facebook, por lo que hoy en día ya no basta con ser "audio" para mantener la popularidad. En cambio, Clubhouse no ha tenido en cuenta la evolución de sus competidores. Así que no es de extrañar que un servicio sin un conocimiento claro de su público, sin pruebas continuas de hipótesis sobre el atractivo del producto y sin diversificar su oferta simplemente desapareciera del radar de sus consumidores objetivo en un mes de una ola de demanda sin precedentes.
¿Quién adaptó las ideas de Clubhouse y cómo?
Twitter lanzó los chats de voz en mayo de 2021. La función se llama Spaces. Las salas pueden ser creadas por usuarios con una audiencia de más de 600 seguidores. Sólo es posible unirse a un chat de voz por invitación de su creador (esto también se implementó en Clubhouse en la época de su máxima popularidad). Los usuarios invitados pueden reaccionar a la conversación con emojis que se muestran junto a sus nombres, y todas las conversaciones pueden grabarse y reenviarse a otras redes sociales. Un poco más tarde, después del lanzamiento principal, Twitter añadió una función de pago por entrar a algunas de las salas, estableciendo una pequeña tarifa. Por lo demás, la función sigue siendo una réplica de Clubhouse.
Telegram se ha adelantado en muchos aspectos a sus competidores: los chats de voz aparecieron aquí incluso antes, a finales de diciembre de 2020. La posibilidad de activar el chat sigue estando disponible sólo en las comunidades, pero un número ilimitado de usuarios puede participar en la llamada. Los chats también se pueden grabar y convertir en formato podcast.
La función Live Audio Rooms de Facebook todavía está en modo de prueba, pero ya es dolorosamente similar a Clubhouse. Sólo los propietarios de smartphones de Apple pueden crear sus propias salas, pero es posible unirse a ellas desde cualquier dispositivo. Un evento puede albergar hasta 50 oradores, y el número de oyentes no está limitado en absoluto. Además de los botones estándar ("Levantar la mano", "Salir", etc.), también es posible subtitular el discurso del orador. También es posible monetizar una sala a través de la función "Estrella" o del sistema de donaciones. Este último, por cierto, no tiene comisiones. El propio Facebook ofrece pagos por las transmisiones. ¡Su tamaño puede ser de hasta 50 mil dólares! Sin embargo, sólo algunos blogueros y músicos reciben la generosa oferta.
La red social profesional LinkedIn comenzó a desarrollar su solución de audio un año después del lanzamiento de Clubhouse. Es poco probable que se pueda escuchar los últimos cotilleos de los restaurantes de moda o conversaciones íntimas sobre los problemas mentales de otras personas: se supone que los chats de voz son estrictamente profesionales.
La red social Discord, basada originalmente en la comunicación por voz, ha lanzado recientemente "salas de audio más organizadas". Se llaman Stage Channels. Los canales son ahora más fáciles de navegar: queda inmediatamente claro quién es el presentador, quién es el orador y quién está esperando su turno para hablar. Sin embargo, los canales sólo están disponibles para los grandes servidores. Pero no tienes que preocuparte por el equipo: Discord ofrece esta función en cualquier dispositivo.
Incluso Reddit, el progenitor de al menos la mitad de los memes que circulan por la red ahora mismo, ha lanzado su propia versión de Clubhouse. El programa, llamado Reddit Talk, se hizo disponible para algunos usuarios a mediados de abril de 2021. Su diferencia con Clubhouse y sus adaptaciones es mínima. Sin embargo, Reddit añadió moderadores a las salas. La función fue asumida por los empleados de Reddit, lo que ayudó a diferenciar su producto de todos los demás clones de Clubhouse.
Spotify decidió abordar la creciente competencia por la voz de los usuarios de forma estratégica. En junio de 2021, los desarrolladores presentaron la aplicación Spotify Greenroom, basada en las características del competidor de Clubhouse, el servicio Locker Room. Anteriormente se rumoreaba que Spotify había adquirido la startup por entre 50 y 80 millones de dólares. En la nueva aplicación, se puede escuchar conferencias de voz mientras se chatea, grabar las salas (aunque esto sólo está disponible para los moderadores) y "aplaudir" a los oradores con emojis. Además, los empleados de Spotify pueden acceder a cualquier chat, ya que cada uno se almacena en los servidores de la empresa. Esto sustituye a la moderación constante en tiempo real.
En este momento, el propio Clubhouse está probando una opción que permite a los usuarios que no tienen una cuenta en la aplicación seguir la transmisión en vivo. Sin embargo, no podrán participar en el debate. La función ya está disponible para las cuentas estadounidenses. Los usuarios de España y Latinoamérica no tienen muchas opciones: a lo largo del año, la interfaz de la aplicación apenas ha cambiado, y tampoco los temas que se discuten en el increíblemente modesto número de "las salas que vivieron". Nuestro equipo editorial se suscribió a cientos de personas durante el día en Clubhouse, pero esto no mejoró la situación. Los clubs que solían tener chats de voz regulares están ahora casi muertos. Obviamente, el público hispanohablante masivo ya no se siente atraído por el servicio. En cambio, los países del tercer mundo siguen utilizándolo activamente. Por ejemplo, en Pakistán son populares las salas de lectura de poesía, en Bangladesh las charlas públicas sobre temas empresariales, en Nepal las transmisiones dirigidas por inversores. En Sri Lanka se habla de psicología, mientras que en la India se discuten temas socialmente silenciados como el sobrepeso o el comportamiento grosero de los inmigrantes. Es probable que las comunidades entusiastas individuales permanezcan en Clubhouse durante algún tiempo. El tiempo que dure dependerá de la velocidad con la que se incorpore la tecnología del chat de voz a las principales redes sociales del mundo.
