La Comisión Europea ha lanzado oficialmente programas de capacitación y desarrollo profesional para los ciudadanos europeos, permitiendo que más de 540 millones de profesionales reciban formación adicional antes de 2025.
El objetivo es dotarlos de las habilidades necesarias para competir con éxito en el mercado laboral actual. Según una encuesta de PwC, el 93% de los directivos ha observado un aumento significativo en la productividad tras la capacitación de sus empleados. En este contexto, Mila Semeshkina, fundadora y CEO de la plataforma Lectera, expone en su artículo para la prestigiosa revista británica Entrepreneur las oportunidades que brinda una cultura sólida de capacitación y desarrollo profesional para las empresas, y cómo medir eficazmente la rentabilidad de estas inversiones.
Según Mila Semeshkina, lo más importante es considerar la inversión en la capacitación de los empleados no como un gasto, sino como una herramienta estratégica para incrementar las ganancias. Sin embargo, una empresa no puede invertir en programas de formación de manera aleatoria; debe centrarse en aquellas habilidades que los empleados necesitan para alcanzar resultados empresariales concretos. Al finalizar la formación, es fundamental evaluar:
-
La calidad de los conocimientos adquiridos. ¿Adquirió el empleado las habilidades por las cuales fue enviado a la capacitación? ¿Es ahora más eficiente en la realización de sus tareas principales? ¿Tuvo el programa un impacto positivo en alguna de las áreas del negocio.
-
Ventas y aumento de la productividad. La forma más sencilla de medir el retorno de un programa de capacitación es monitorear los KPI clave de su negocio y los cambios en ellos. La formación debe provocar necesariamente una mejora en estos indicadores. Sin embargo, la misma capacitación puede aumentar diferentes KPI en cada empleado.
-
Retención de empleados. Cuando los empleados ven que la empresa está interesada en su desarrollo y está dispuesta a invertir en él, tienden a quedarse más tiempo. En otras palabras, la existencia de programas de desarrollo profesional, según algunos estudios, reduce la rotación de personal en un 58% y aumenta el compromiso de los empleados con el negocio.
Como señala Mila Semeshkina, es muy importante evaluar estos tres factores de manera conjunta. Si un empleado muestra un rendimiento especialmente alto después de la capacitación, se le puede pedir que motive al resto del equipo para que también se capacite, o incluso se le puede nombrar mentor o formador. La cultura de capacitación y desarrollo profesional puede convertirse en una parte indispensable de la cultura corporativa general y hacer que su empresa sea líder en su nicho.
Para obtener más información sobre cómo rastrear los indicadores de rentabilidad de la formación y qué más puede aportar a su negocio, lea la versión completa del artículo de Mila Semeshkina en el sitio web oficial de Entrepreneur UK.