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Hiperpaternidad

Qué es la hiperpaternidad

¿Qué es la hiperpaternidad?

La hiperpaternidad es un tipo de relación entre padres e hijos caracterizada por una excesiva protección y un control total sobre un niño. En este estilo de interacción familiar, el adulto autoritario (generalmente un padre, pero también puede ser un abuelo, abuela u otro miembro de la familia) domina, limita la libertad y las opciones del niño, y le priva de su independencia.

Este fenómeno también se conoce como sobreprotección, describiendo este estilo de crianza como una tendencia hacia un cuidado y control excesivos. En otras palabras, estos padres no solo rodean al niño con una atención excesiva y cubren todas sus necesidades, sino que también lo protegen de los peligros imaginarios y falsos del mundo exterior. Por ejemplo, padres que acompañan a sus hijos a la escuela hasta los 16 años, aunque el camino no tome más de cinco minutos.

Hiperpaternidad y cuidado: ¿cuál es la diferencia?

A primera vista, puede parecer que no es malo que los padres se interesen por la vida de sus hijos y su rendimiento académico, estén involucrados en los asuntos escolares, conozcan a sus amigos y sepan exactamente qué comieron hoy en el almuerzo. Sin embargo, hay una línea muy fina que separa el cuidado saludable y necesario de la protección excesiva, y no siempre es fácil reconocerla.

La diferencia clave entre la sobreprotección y el cuidado adecuado es que, en el segundo caso, el padre es capaz de considerar las necesidades reales del niño. A medida que el niño crece y empieza a ser consciente de sí mismo y de sus propias necesidades, es necesario brindarle la oportunidad de actuar de manera independiente. Así, aprenderá a resolver las dificultades que surjan y a manejar las situaciones críticas sin depender del padre, de su opinión y de sus consejos. Pero los padres sobreprotectores (más a menudo las madres), generalmente, no están dispuestos a aceptar que el niño crece y deja de necesitar tanto a las figuras autoritarias, y continúan atendiendo a sus necesidades, apresurándose a satisfacerlas o a controlarlas.

No obstante, la hiperpaternidad también puede manifestarse de diferentes maneras. Con mayor frecuencia, adopta las siguientes formas:

  • Control excesivo: los padres monitorean de cerca con quién se relaciona su hijo, en qué ocupa su tiempo, a dónde va, cómo estudia, qué ropa usa y a quién considera sus amigos. Además, los adultos hiperprotectores están convencidos de que saben mejor con quién debe relacionarse su hijo, cómo debe expresarse y qué debe hacer, exigiendo obediencia absoluta y esperando informes constantes sobre todo.

  • Cuidado excesivo: en este caso, los padres realizan todo el trabajo por el niño, como sus deberes domésticos, tareas escolares y cualquier otro encargo. Estos padres se preocupan especialmente por la seguridad, literalmente quitando el polvo de sus hijos, alimentándolos con cuchara, llevándolos de la mano a la escuela y sin dar importancia a los deseos de sus hijos, ya mayores.

Sí, las manifestaciones externas del control total y la sobreprotección pueden parecer diferentes. Sin embargo, la esencia de este comportamiento parental es la misma: no reconocen que los niños desarrollan sus propias necesidades, deseos y pensamientos. Sustituyen estos por sus propias necesidades, a veces creyendo sinceramente que es lo mejor. Estas personas toman todas las decisiones por el niño de manera inconsciente, porque no están dispuestas a dejarlo ir hacia una vida independiente. De esta forma, prolongan artificialmente la infancia, pero en realidad, simplemente impiden que el niño crezca y adquiera madurez de manera natural.

Señales de hiperpaternidad

Además de los síntomas ya mencionados, en las relaciones entre padres e hijos pueden manifestarse los siguientes signos de hiperpaternidad:

  • Ignorar los intereses y preferencias del niño, con la costumbre de decidir todo por él.

  • Suprimir la iniciativa del niño y privarlo de independencia.

  • Miedo constante e inconsciente por la salud y seguridad del niño, provocado por razones imaginarias.

  • Numerosas restricciones y la exigencia de obedecer reglas sin cuestionarlas.

  • Altas expectativas en el rendimiento escolar y en la obtención de logros deportivos y de otro tipo.

En las relaciones saludables entre padres e hijos, los padres siempre están dispuestos a ayudar, mostrar interés y cuidar de su hijo. Sin embargo, los adultos hiperprotectores no están acostumbrados a ayudar, sino que literalmente realizan todas las tareas del niño, interviniendo injustificadamente en su espacio personal y privándolo de la oportunidad de tomar decisiones o resolver problemas por sí mismo.

Tipos de hiperpaternidad

Tipos de hiperpaternidad

El control excesivo y otros síntomas de la hiperpaternidad pueden manifestarse de diferentes maneras, dependiendo del estilo de comunicación y el ambiente familiar. Los psicólogos han identificado cuatro principales tipos del síndrome de la hiperpaternidad :

  1. Dominante. Este tipo de hiperpaternidad es el resultado de un estilo autoritario de crianza. En la familia, el niño no tiene derecho a expresar su opinión, sus necesidades y deseos no son tenidos en cuenta. En estos hogares, la voluntad de los padres se sigue sin cuestionar y sus palabras son consideradas como verdad absoluta por el niño. Además, existe una estricta normativa de reglas y prohibiciones de comportamiento. El desobedecimiento es severamente castigado, y en el hogar reina la desconfianza y la crítica constantes.

  2. Indulgente. Este tipo de crianza implica la satisfacción inmediata de todos los deseos y caprichos del niño. Él o ella se convierte en una especie de ídolo de la familia, al que admiran. Los padres creen que las necesidades y, a veces, los caprichos del niño son más importantes y significativos que las propias. Tratan de idealizarlo, protegerlo de las manifestaciones más inocuas del mundo exterior y de responsabilidades cotidianas. Estos adultos convencen a sus hijos de que son mejores que los demás y fomentan características neuróticas en su personalidad.

  3. Demostrativo. En este caso, los padres utilizan al niño para elevar su autoestima y estatus en la opinión de otros. La hiperpaternidad es el resultado de la inseguridad de los adultos y su dependencia excesiva de la opinión de otros. Los adultos visten al niño con la ropa más cara y de moda, lo inscriben en una escuela prestigiosa, lo inscriben en docenas de clubes y actividades, exigiendo altos resultados y logros en todo. En cualquier momento conveniente, están dispuestos a mostrar a los demás medallas y trofeos. En otras palabras, el niño se convierte en un medio para cumplir sus propias ambiciones no satisfechas y necesidades no satisfechas.

  4. Inerte. Los adultos que muestran esta forma de hiperpaternidad no pueden aceptar que sus hijos crecen, se vuelven independientes y ya no necesitan de ellos tanto como antes. Continúan tratando a su hijo ya mayor de la misma manera: cuidando de sus necesidades básicas, protegiéndolo y controlándolo. La mayoría de las veces, las madres son las que tienen esta forma de hiperpaternidad . Casi todas las madres desean ser la persona más importante y significativa para sus hijos, y de manera inconsciente pueden tratarlo como cuando era un bebé completamente dependiente de ellas.

Así, cada una de las formas de hiperpaternidad tiene tanto síntomas generales como aquellos que se encuentran predominantemente en un tipo específico. Por ejemplo, el control total y la represión de la autonomía del niño son los síntomas más característicos de cualquier tipo de padres hiperprotectores. Sin embargo, las expectativas excesivamente altas en el rendimiento académico y en la obtención de logros son características más comunes de la forma demostrativa de hiperpaternidad .

Para determinar la propensión a la hiperpaternidad y también identificar su tipo dominante, los psicólogos han desarrollado y siguen creando muchos tests diferentes. Estos cuestionarios te ayudarán a observar tu propio estilo de crianza desde afuera y a evaluar si tu manifestación de cuidado hacia el niño es adecuada para la situación. Puedes encontrar tests de hiperpaternidad disponibles de manera gratuita y ofrecer resultados cercanos a la realidad, pero no explicarán las razones del deseo inconsciente de control total.

Causas de la hiperpaternidad

Con mayor frecuencia, las madres y abuelas tienden a manifestar hiperpaternidad . Algunas de las causas más comunes incluyen:

  • Miedos obsesivos y, en consecuencia, ansiedad excesiva;

  • Falta de amor y cuidado en su propia infancia;

  • Intentos de compensar errores de sus propios padres o repetir un patrón familia;

  • Compensación de fracasos personales, como en la carrera laboral;

  • Perfeccionismo y alta exigencia consigo mismos;

  • Miedo al crecimiento del niño.

Entre otras causas comunes de la hiperpaternidad se encuentra la falta de otros intereses y propósitos en la vida del padre o la madre, especialmente si el niño es el único. Este comportamiento también puede surgir en familias donde falta la figura paterna.

Asimismo, algunas madres pueden ser clasificadas como hiperprotectoras debido a complicaciones durante el embarazo o el parto, y su comportamiento protector puede tener un fundamento fisiológico.

En cualquier caso, independientemente de lo que motive a los adultos sobreprotectores, su excesivo cuidado y control total conducen a las consecuencias más negativas, que pueden afectar a lo largo de toda la vida de los padres y sus hijos adultos.

Consecuencias de la hiperpaternidad

Consecuencias de la hiperpaternidad

La principal amenaza de la hiperpaternidad radica en que obstaculiza el desarrollo del niño y no permite que se formen límites personales. Esto lleva a que los niños se acostumbren a una mentalidad infantil. Además, la preocupación excesiva y la ansiedad de los adultos se transmiten al niño, lo que puede dar lugar a trastornos afectivos y otros problemas psicológicos. Uno de los resultados más comunes de la hiperpaternidad es el trastorno neurótico, y muchos investigadores también asocian la sobreprotección con el mutismo en los niños, es decir, la falta de capacidad para hablar, a pesar de la capacidad fisiológica y el desarrollo del habla y la audición.

Claro, las consecuencias de la sobreprotección varían dependiendo del tipo de sobreprotección que se haya observado en la familia del niño. Así, la mayoría de los niños que crecieron bajo una sobreprotección dominante no son capaces de defender su propia opinión, pensar críticamente, ni tomar decisiones. Estos niños están acostumbrados a depender completamente de los padres y a actuar según sus instrucciones. Como resultado de una sobreprotección indulgente, crecen personas con una autoestima inflada y un carácter predominantemente histérico. Ellos están sinceramente convencidos de que todos a su alrededor les deben algo y están obligados a tratarlos con la misma admiración y entusiasmo que alguna vez lo hicieron sus padres. La sobreprotección demostrativa, por lo general, solo se intensifica a medida que el niño crece. Los padres reprimen cada vez más sus deseos, establecen más reglas y exigencias, y el niño, ya adulto, será inseguro, sin iniciativa y dependiente de la opinión de los demás. La sobreprotección inerte, por su parte, no permite que el niño madure moralmente y se desarrolle, tome decisiones y gestione su vida de manera independiente.

También se pueden mencionar consecuencias más generales de la sobreprotección para el niño:

  • Inseguridad en sí mismo;

  • Infantilismo;

  • Síndrome de la impotencia aprendida, la creencia de que el individuo no es capaz de controlar su vida ni cambiarla a mejor;

  • Pérdida de motivación;

  • Dependencia del juicio de los demás;

  • Incapacidad para tomar decisiones y autonomía;

  • Egoísmo;

  • Conducta antisocial y dificultad para adaptarse;

  • Evitar dificultades y conflictos en lugar de superarlos y resolverlos;

  • Miedo a cometer errores.

Es común que los niños huyan de la hiperpaternidad y abandonen el hogar. La "excesiva" preocupación de los padres puede fomentar la formación de un tipo de personalidad histriónica. Además, la dependencia del alcohol y las drogas, la ludopatía y otras adicciones conductuales suelen ser un resultado de la hiperpaternidad . Los hijos de padres hiperprotectores buscan independencia, tomar decisiones y rechazar la intervención de los adultos.

Además, las consecuencias negativas de la sobreprotección también afectan a los mismos padres sobreprotectores. Por ejemplo, ya en la vejez, estos padres esperarán del hijo el mismo cuidado excesivo y atención especial que una vez le dieron. Al no recibirlo, expresan descontento y reproches. Al mismo tiempo, la mayoría de los adultos espera de sus hijos ya adultos una actitud activa hacia la vida, su autoexpresión y realización profesional, así como independencia. Sin embargo, después de muchos años de resolver todo por el hijo, los padres han extinguido en él el deseo de emprender cualquier acción.

La hiperpaternidad se caracteriza por:

  • Irritabilidad;

  • Ansiedad y preocupación excesiva;

  • Miedo constante;

  • Frustración debido a la discrepancia entre sus expectativas y la realidad;

  • Dependencia de la aprobación de los demás.

Cómo identificar a un hiperprotector

Incluso en la manera de hablar de una persona se puede identificar su inclinación hacia la hiperpaternidad. Por ejemplo, frases como:

  • ¡Tú solo no puedes!

  • Mejor lo haré yo.

  • ¿Qué harías sin mí?

  • Es muy joven para hacerlo solo.

  • Cuando seas mayor, tú decidirás.

También existen otros "señales de alerta" que pueden indicar que los padres son hiperprotectores. Por ejemplo, si un niño que no tiene retrasos en su desarrollo no puede cuidarse a sí mismo según su edad (en algún momento esto podría implicar no saber usar una cuchara, más tarde no saber atarse los cordones de los zapatos, realizar tareas domésticas, etc.).

Los padres hiperprotectores suelen suponer que su hijo es demasiado frágil y, por lo tanto, intentan protegerlo de los aspectos del mundo exterior, como escoger su círculo social o evitar que salga solo a la calle. Estos adultos también pueden considerar a su hijo débil, desatento o desorganizado. De esta forma, inconscientemente, encuentran excusas para su preocupación excesiva, exigiendo obediencia, cumplimiento de las reglas y reportes constantes sobre si el niño comió, si empacó su mochila o si ordenó su habitación.

Cómo dejar de sobreproteger como padres

Cómo dejar de sobreproteger como padres

Si has notado signos de ser un padre o madre hiperprotector, lo primero que debes hacer es entender las razones y problemas internos que intentas resolver a través de un control total y una preocupación excesiva, pero que en realidad solo los fomentas. En esta situación, lo más razonable es buscar la ayuda de un psicólogo para discutir la ansiedad relacionada con el niño, tus preocupaciones y miedos. Aunque los primeros pasos para deshacerte de los hábitos perjudiciales, como la hiperpaternidad y el perfeccionismo, se pueden tomar por ti mismo. Aquí tienes algunos consejos simples:

Consejo 1. Permítete ser imperfecto como padre

De hecho, dejar de sobreproteger implica aceptar el hecho de que todos somos imperfectos y que el control total sobre cada paso del niño no te evitará cometer errores en la crianza. La hiperpaternidad para proteger a tu hijo y hacerlo la mejor versión de ti mismo es, en última instancia, una estrategia perdedora. Así que respira hondo, suelta el abrazo protector, date a ti y a tu hijo el derecho a sus propios intereses, deseos y, lo más importante, a cometer errores. Cuanto más protejas a tu hijo del mundo exterior y sus dificultades, más difícil será para él socializar y adaptarse a la realidad cuando sea adulto.

Esto te ayudará a enfocarte en una actividad o pasatiempo que te guste. Acepta que cuando estás sinceramente interesado en algo, como un negocio propio, un club de lectura, tejer o el deporte, es mucho más fácil dar a tu hijo más libertad y no tener tanto control.

Consejo 2. Enseña a tu hijo autonomía e iniciativa

A medida que los niños crecen, comienzan a descubrir el mundo que los rodea y a aspirar a la independencia. Trata de limitar tu intervención en este proceso. No hagas por tu hijo lo que él puede hacer por sí mismo. Sé un apoyo, apóyalo, muéstrale que estás dispuesto a ayudar, pero no lo hagas todo tú. De lo contrario, tu hijo simplemente perderá interés en aprender nuevas habilidades, y en la adultez será mucho más difícil.

Comienza por no hacer la tarea con él, especialmente si ya ha terminado la primaria. Esto solo es necesario si el niño lo solicita. En la mayoría de las situaciones, esta práctica solo hace daño. Sin embargo, sí debes revisar la tarea de los alumnos de primaria, pero explica que pronto tendrán que evaluarla por sí mismos.

Consejo 3. Da a tu hijo el derecho de elegir

Los niños necesitan libertad para tomar decisiones, incluso si los límites de esta elección los establecen los padres. El proceso de toma de decisiones es una habilidad importante que se aprende, sobre todo, en las relaciones entre padres e hijos. Por eso, dale la posibilidad de elegir en diferentes aspectos de su vida, como preguntarle qué camiseta quiere ponerse hoy o qué tipo de helado quiere comprar. Asegúrate de permitirles cometer errores, por supuesto, en un ambiente seguro. Es importante no regañar ni castigar por los fracasos, sino discutir lo que podría haber hecho mejor. Recuerda que nadie lo hace "perfecto" a la primera. Aprende a aceptar y vivir con esto de manera tranquila y consciente.

Además, debes explicarle a tu hijo cualquier decisión que tome y argumentar el por qué. De esta manera, él desarrollará conexiones entre causa y efecto y aprenderá a tomar decisiones racionales y bien pensadas.

Consejo 4. Delega responsabilidades

Elabora una lista de responsabilidades domésticas destinada al niño. Incluye todo lo que haces por él o con lo que constantemente lo ayudas. Para empezar, puedes confiarle tareas simples, como sacar la basura, lavar los platos o recoger sus juguetes. Con el tiempo, a medida que se desenvuelva bien con las tareas existentes, la lista puede expandirse. Recuerda que, aunque el niño no lo haga bien al principio, no es motivo para regañarlo y hacerlo todo nuevamente por él. Ten paciencia y no esperes una limpieza perfecta.

Es especialmente importante discutir nuevas reglas dentro de la familia, hablar sobre los cambios venideros y dar al niño la oportunidad de elegir qué tareas domésticas le gustaría realizar (ver consejo 3). Si tienes un adolescente, no esperes una aceptación inmediata, intenta explicar su posición y llegar a un compromiso.

Consejo 5. No sobreestimes tu rol y recuerda que el niño es una persona independiente

El niño no es una extensión de sus padres. Es una persona independiente que necesita ser escuchada, entendida y respetada en sus intereses, pensamientos y decisiones. También es importante comprender que los padres no son el mundo entero para un niño. Lo rodean amigos y otros familiares, y la crianza la realizan también el jardín de infancia y la escuela. Por lo tanto, aunque desees que el niño sea el único adulto significativo en tu vida, no lo es. Esta es otra razón por la que debes dejar de considerar al niño como un héroe. Claro, sus necesidades son importantes, pero no más que las tuyas. Ha llegado el momento de incluir un poco de egoísmo sano.

Cómo lidiar con las consecuencias de la hiperpaternidad

Cómo lidiar con las consecuencias de la hiperpaternidad

Para salir de la hiperprotección de los padres, existen algunos pasos sencillos pero solo a primera vista:

  1. Deja a los padres

El proceso de separación del niño de sus padres, ganar autonomía y tomar control de su vida se llama separación. Esto permite tomar control de su vida en sus propias manos.

Es interesante que la separación comienza en la primera infancia, pero en el caso de las relaciones hiperprotectoras en la familia, puede haber comenzado mucho después. Por ejemplo, cuando el niño toma tal vez su primera decisión independiente sobre mudarse. Sin embargo, el resultado de la separación debe ser un cambio de la relación subordinada con los padres a una relación de igual a igual, es decir, "adulto-adulto".

  1. Comienza a ganar dinero

Apartarse de los padres y vivir solo debe ir acompañado de consecuencias apropiadas: un trabajo propio, salario, elaboración de un presupuesto. Esto te permitirá finalizar el proceso de separación, aprenderás a administrar tu propio dinero y a gastarlo según tu criterio. Incluso si te gastas tu primer sueldo en una tontería, cometerás tu primer error y la próxima vez aprenderás a no hacerlo.

  1. Toma decisiones por ti mismo

Claro, puedes preguntarles a tus padres su opinión o solicitarles consejo o recomendaciones. Es importante que sus palabras te ayuden a formar tu propia opinión y no las sustituyan automáticamente. Debes aprender a tomar decisiones conscientes que te parezcan correctas a ti, incluso si tus padres no están de acuerdo. Recuerda que las consecuencias de esas decisiones recaen únicamente sobre ti. Si sigues dependiendo constantemente de la opinión de otros, de personas respetables o tus padres, la hiperpaternidad continuará. Incluso en las relaciones personales tiendes a elegir a una pareja hiperprotectora que reemplace a la figura de un adulto significativo.

  1. Expresa tus sentimientos y dile a tus padres cuánto valoras su cuidado

Muchos padres rodean excesivamente a sus hijos y los cuidan solo porque no pueden expresar verbalmente su amor. A veces es difícil decir directamente "Te amo" o "Eres muy importante para mí". Por eso, intentan literalmente sofocar a sus hijos demostrando su amor de otras maneras. Puedes oponerte a esto diciéndoles a tus padres que sientes su amor y valoras su cuidado, pero que a veces es demasiado.

  1. Comparte tus logros

No es necesario compartir solo logros impresionantes, comienza con lo más pequeño. Comparte que conseguiste un nuevo empleo, te ascendieron, aprobaste con éxito los exámenes, planeas unas vacaciones en el extranjero, etc. Esto ayudará a tus padres a mantenerse en contacto contigo, a saber lo que ocurre en tu vida, pero sin intervenir y controlar todas tus acciones.

  1. Consulta a un psicólogo

Es difícil lidiar con las consecuencias de la hiperpaternidad de manera independiente, especialmente si los padres no están dispuestos a permitir la separación. No dudes en consultar a un especialista. La hiperpaternidad es uno de los problemas más comunes en la sociedad actual, con la cual tanto padres hiperprotectores como adultos ya afectados buscan ayuda. Además, las consecuencias de la hiperpaternidad pueden alcanzarte en el momento más inesperado, cuando creías que ya habías superado esta experiencia. Por lo tanto, la mejor manera de superar las consecuencias de la hiperpaternidad es llevar sesiones regulares con un psicólogo, encontrar motivación, superar la dependencia de la opinión de los demás y aprender a tomar decisiones adultas. Un psicólogo te ayudará a comprender por qué tus padres actuaban de la forma que lo hacían, cómo restaurar tu espacio psicológico y construir relaciones saludables.

Conclusiones

Es posible superar la hiperpaternidad. Aunque es un proceso largo y doloroso, te permitirá liberarte del cuidado asfixiante de los padres. Si eres un adulto sobreprotector, podrás descubrir las razones de este estilo de crianza y encontrar formas de superar los hábitos dañinos de control y excesiva protección. Puedes dar los primeros pasos para mejorar la situación por ti mismo, pero para eliminar completamente las causas del comportamiento sobreprotector y sus consecuencias, es fundamental trabajar con un psicólogo. Este profesional te ayudará a analizar todos los factores que han influido en la educación familiar.

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