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Síndrome del impostor

Qué es el síndrome del impostor

Qué es el síndrome del impostor

El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico en el que la persona no logra reconocer sus propios éxitos y logros, lo que genera una persistente sensación de inseguridad y duda sobre sus capacidades. En palabras sencillas, la persona siente que lo que ha conseguido no es realmente mérito suyo, que es una casualidad o una coincidencia, y que no puede considerarse profesional o exitosa del mismo modo que otras personas de estatus similar con logros parecidos. Se trata, por tanto, de un tipo de distorsión cognitiva que se caracteriza por la irracionalidad y el trato injusto hacia uno mismo. El síndrome del impostor se manifiesta en forma de pensamientos y emociones negativas repetitivas como miedo a ser descubierto, estrés crónico, ansiedad, crisis de identidad, problemas para superar el fracaso, autocrítica, etc. Todo ello tiene su origen en el miedo a que las personas de su entorno vean su «verdadero yo» y sientan una decepción.

El síndrome del impostor fue descrito por primera vez en la década de 1970 por la profesora de psicología estadounidense Pauline Clance y la psicóloga clínica Suzanne Imes. Cabe destacar que identificaron este síndrome como resultado de la comunicación con mujeres que habían logrado altos resultados en diversos nichos, pero sufrían problemas de autoestima. Por ello, los investigadores han creído durante mucho tiempo que el síndrome del impostor es inherente exclusivamente a las mujeres. A día de hoy, según las estadísticas, las mujeres lo padecen de 2 a 3 veces más que los hombres. Sin embargo, los psicólogos actuales están de acuerdo en que, en realidad, este síndrome afecta a ambos sexos, y que estas estadísticas inciertas se deben a que los hombres son menos propensos a admitir que se sienten inseguros y son menos propensos a buscar ayuda de un terapeuta. Según un estudio, el 62% de los trabajadores cuyos empleos implican un trabajo intelectual han experimentado el síndrome del impostor, por lo que no es nada infrecuente.

Causas de la aparición y el desarrollo

¿Por qué se produce el síndrome del impostor? Para empezar, es importante señalar que, aunque el síndrome del impostor contenga la palabra «síndrome» en su nombre, no implica en absoluto un trastorno mental, ni es una anomalía de la salud mental. Se trata, como se ha mencionado, más bien de una distorsión interna y una creencia destructiva que se forma en una persona como resultado de acontecimientos traumáticos o de determinadas condiciones de crianza, al igual que ocurre con otros patrones de comportamiento que podemos desarrollar.

Así, algunos psicólogos creen que el síndrome del impostor se empieza a desarrollar en la infancia, y las siguientes razones pueden ser las culpables:

  • Un hermano con más éxito. Si los padres ponen constantemente el ejemplo de un hermano o hermana (también puede ser un pariente o conocido) «más exitoso, más hábil, más capaz, con más iniciativa», el niño desarrolla el hábito de compararse con otras personas en lugar de hacerlo con uno mismo del pasado (que es un modelo sano de autocomparación).

  • Excesivos elogios. Hay padres que prestan demasiada atención a los logros del niño y no trabajan los errores con él. Así, la comunicación se centra en la admiración y los elogios por los logros felicitando al niño por ser muy listo, único, mejor que los demás. Como consecuencia, el niño termina con una autoestima inflada y, al mismo tiempo, una falta de preparación para la vida real, que se caracteriza no sólo por los éxitos, sino también por las caídas. Llegada la hora de enfrentarse al fracaso, la persona no sabe cómo superarlo correctamente (porque no se le enseñó cómo hacerlo correctamente en la infancia) y empieza a criticarse a sí misma por sus cualidades naturales y a sentirse insegura incluso cuando es realmente buena en algo.

  • Metas impuestas. Se trata de los padres que inculcan al niño aquellas aficiones en las que quieren realizarse ellos mismos, y le imponen constantemente sus propias elecciones. Si una persona continúa siguiendo las elecciones de otra hasta la edad adulta, por ejemplo, trabajando en un campo que realmente no le atrae, es probable que experimente el síndrome del impostor, porque es imposible estar satisfecho con uno mismo en algo que realmente no se ha elegido.

  • Altas expectativas. Se trata de los padres que utilizan un lenguaje del tipo «Sí, lo has hecho bien, pero podrías haberlo hecho mejor», «¿Por qué has sacado 99 puntos y no 100?» o «¿Una medalla de oro? ¡Consigue otra!». Como resultado, la persona se exige demasiado a sí misma sin poder satisfacer sus ambiciones, por lo que se siente permanentemente insegura.

  • Consecuencias negativas de los logros. Si el éxito de una persona en algún momento de su vida ha desembocado en accidentes o situaciones desagradables como sentirse ridículo, ninguneado por los adultos, insultado por los rivales, etc., la mente forma una relación distorsionada «éxito - sufrimiento» y, para crear una ilusión de seguridad, provoca un rechazo a reconocer ese mismo éxito y las propias habilidades.

Sin embargo, en la edad adulta el síndrome del impostor se produce y se refuerza por los siguientes factores o hábitos de pensamiento:

  • Falta de capacidad de autorreflexión. Es decir, una persona no sabe cómo trabajar con sus propias emociones y controlarlas, no entiende por qué se siente de cierta manera en determinadas situaciones y, en general, tiene un bajo nivel de inteligencia emocional y autorregulación.

  • Escasa cultura de retroalimentación. Es decir, una persona se ve privada o no aprovecha las oportunidades de retroalimentación e interacción con colegas y superiores, por lo que tiene que confiar en su propia evaluación de las acciones realizadas, que, por supuesto, es muy subjetiva y también puede subestimarse.

  • Falta de KPI claros y de un sistema de recompensas transparente. Si una persona no sabe cómo seguir y evaluar sus propios logros, pero al mismo tiempo ve que otro empleado con el mismo rendimiento (a primera vista) obtiene un ascenso o una bonificación, es probable que tenga problemas de autoestima e inseguridad. Así pues, una retroalimentación periódica y un sistema de recompensas transparente pueden evitar el impacto de este factor en la autoestima.

  • Trabajo en equipo excesivamente prolongado. Cuando se trabaja en equipo, una persona no puede evaluar su propia contribución al trabajo final y comparte el éxito con los demás miembros, por lo que no se da cuenta de su valor profesional y personal. Por eso se recomienda alternar el trabajo en equipo con proyectos independientes (aunque sean pequeños)

Además, según muchos expertos, el síndrome del impostor afecta más a las personas con un tipo de personalidad neurótica, es decir, aquellas que son propensas a padecer neurosis y tienen una mente «móvil». En este tipo de personas, el síndrome del impostor puede surgir en caso de cambio repentino en la naturaleza de la retroalimentación, cambio de trabajo, crisis financiera, o bajo la influencia de otros problemas psicológicos, como el trastorno de ansiedad generalizada.

Las redes sociales también han influido enormemente en la propagación del síndrome del impostor en los últimos años, difundiendo la idea del «éxito exitoso» y, a su vez, omitiendo temas como la inevitabilidad de cometer errores en el proceso de alcanzarlo y las dificultades a las que uno se enfrenta por el camino. Las redes sociales, al idealizar la vida de los demás, nos hacen sentir «no lo suficientemente exitosos» y, en consecuencia, avergonzados de lo que ya hemos conseguido en lugar de estar orgullosos de ello.

Tipos de personas que padecen el síndrome del impostor

Tipos de personas que padecen el síndrome del impostor

Según las estadísticas, todas las personas se han enfrentado al menos una vez en su vida al síndrome del impostor. Además, a pesar de la claridad de sus síntomas, los «impostores» son bastante diferentes. Así, la psicóloga Valerie Young identifica los siguientes tipos de síndrome:

  1. El perfeccionista. Deseo patológico de obtener el máximo resultado, obsesión con la realización «correcta» de las acciones y con la impecabilidad. Cualquier deficiencia o pequeño error hace que una persona con este tipo de síndrome rehaga completamente el trabajo, mate la satisfacción de conseguir un resultado e ignore por completo los aspectos positivos del trabajo.

  2. El experto. Centrada en la exhaustividad de los conocimientos y la perfección de las habilidades, a la persona le cuesta enfrentarse a la pericia de otras personas y a la competencia, así como a situaciones en las que necesita contrastar su opinión con la de otra persona o en las que resulta que su experiencia actual es insuficiente en ese momento. En tal caso, la persona puede experimentar un episodio depresivo y centrarse inmediatamente en el estudio, lo que, sin embargo, resulta agotador y termina causando neurosis.

  3. El individualista. Este tipo se caracteriza por una independencia total, incapacidad para delegar tareas en los compañeros o para pedir ayuda, incluso cuando se necesita de forma urgente. Para una persona con este tipo de síndrome, la intervención de especialistas externos equivale a admitir su incompetencia.

  4. El genio natural. Este tipo se caracteriza por la facilidad y rapidez para resolver problemas. En cuanto hay que esforzarse y la tarea no se da a la primera, la persona con este tipo de síndrome empieza a criticarse agresivamente, a sentir vergüenza y a creer que ha fracasado.

  5. El sobrehumano. Este tipo implica un deseo de multifuncionalidad. Esta persona intenta realizarse en muchas esferas a la vez, pero siente inseguridad e insatisfacción en todas partes, por lo que cambia de ámbito (o simplemente lo añade a la lista), pero la situación de insatisfacción se repite.

Señales y síntomas

Podría parecer que el síndrome del impostor es bastante fácil de identificar, pero a menudo las personas ni siquiera se dan cuenta de que lo padecen, ya que es similar al perfeccionismo (que también es un subtipo y una característica del síndrome del impostor). En realidad, el síndrome del impostor se manifiesta de forma muy diferente en cada persona. Además, puede manifestarse no sólo en la carrera profesional, sino también en la vida personal, incluso en las relaciones con los demás.

Síntomas generales

  • Crees que has llegado donde estás por suerte y casualidad, no por tus habilidades y esfuerzos.

  • Tu autoestima depende de tu rendimiento y de la evaluación de tus habilidades actuales (por ejemplo, si has estado descansando los últimos quince días y no has hecho nada o has fracasado en un nuevo proyecto, desciende drásticamente).

  • Necesitas trabajar hasta la extenuación para sentirte realizado (de lo contrario, no lo sientes).

  • Necesitas sacrificarte y entregarte por completo a una idea, incluso cuando va en detrimento de otros ámbitos de tu vida, como la salud.

  • Te sientes solo y desconectado de la sociedad, sientes que no se te valora realmente y que no se te toma en serio.

  • Tienes depresión, ansiedad, episodios de otros trastornos mentales.

  • Tienes agresividad o miedo en situaciones en las que necesitas defender tu punto de vista y demostrar algo porque temes que la otra persona se dé cuenta de tu incompetencia y debilidad.

En el trabajo

En el ámbito laboral, el síndrome del impostor puede manifestarse de las siguientes maneras:

  • Miedo a emprender nuevas tareas que nunca has abordado antes.

  • Insatisfacción con el trabajo realizado.

  • Negar tus propios méritos y sentirte inútil al cometer el más mínimo error.

  • Excesiva competitividad que agota tus recursos internos.

  • Miedo a ser despedido, adicción al trabajo, hábito de quedarse hasta tarde en el trabajo, coger trabajo extra de manera habitual.

  • Evaluarte constantemente y compararte con los demás (normalmente no a tu favor).

  • Prepararte excesivamente para cada tarea o proyecto durante largos periodos lo cual conduce al agotamiento.

  • El hábito de decir «no es nada» en respuesta a los elogios y de negar los méritos propios cuando los demás se fijan en ellos y los destacan.

  • Aceptación de situaciones en las que tus méritos se atribuyen a otra persona o son compartidos por todo el equipo (es decir, no te resientes e ignoras una injusticia evidente).

  • Sentimientos de culpa y vergüenza cuando se consigue éxito, por ejemplo vergüenza ante los compañeros por hacer algo mejor o por recibir más elogios que los demás, por lo que al final te distancias de los compañeros y del equipo o transfieres el éxito a personas que no tienen nada que ver realmente con él para no sentirte culpable.

En las relaciones

Contrariamente a la creencia popular de que el síndrome del impostor se produce específicamente en el entorno laboral, en realidad también puede manifestarse en las relaciones personales, especialmente en las románticas o de amistad. Por lo tanto, sus síntomas son similares en algunos aspectos y diferentes en otros de los que hemos enumerado anteriormente:

  • Sentimiento de inferioridad. Esto puede manifestarse en forma de pensamiento obsesivo de que tu pareja podría haber encontrado a alguien mejor que tú o que un día seguramente lo hará. También le pones en un pedestal, mientras que tú, por el contrario, te menosprecias y te comparas constantemente con otras personas, ya sean los famosos favoritos de tu pareja o sus amigos.

  • Centrarse en los defectos. Te centras constantemente en tus pequeños defectos, como un grano que te ha salido en la nariz, controlas con obsesión tu peso y te pasas horas viéndote en el espejo, te regañas porque la cena no ha salido lo suficientemente rica o variada, etc.

  • Miedo infundado a la infidelidad. En el caso del síndrome del impostor, no se manifiesta como celos infundados y patológicos que conducen a peleas, sino como ansiedad y pensamientos obsesivos de que tu pareja te está engañando o pronto empezará a hacerlo, porque se dará cuenta de que no eres lo suficientemente bueno para ella.

  • Dudas sobre la elección de pareja. A menudo se manifiestan en forma de preguntas como: «¿He elegido a la persona adecuada para compartir mi vida?», cuando en el fondo reflejan el temor de que sea la otra persona quien, algún día, se haga esa misma pregunta. Esto, a su vez, puede llevar a una ruptura irracional basada en un deseo subconsciente de protegerte del dolor futuro o de «dejar que la pareja encuentre a alguien mejor que tú».

  • Expectativas de lo peor. Estás en estrés permanente porque crees que tu pareja se enfadará contigo, llegará tarde, se olvidará, no te devolverá la llamada, no apreciará tus esfuerzos, etc.

Como consecuencia, todo esto no sólo puede empeorar la relación ya existente, sino también impedir que se construya una nueva, porque es imposible establecer un vínculo fuerte cuando uno de los miembros de la pareja está constantemente inseguro. También puede interferir en la expresión de las emociones y provocar conflictos, por ejemplo, si el miedo a la pérdida y a la infidelidad hace que uno de los miembros de la pareja saque constantemente este tema y se ponga celoso. A menudo, el síndrome del impostor en las relaciones personales conduce incluso al sabotaje, es decir, cuando uno provoca deliberadamente situaciones que confirman sus temores, para que sea más fácil romper la relación. Cabe mencionar que en el trabajo, por regla general, este síntoma no se manifiesta así, sino que se convierte en la adicción al trabajo para minimizar el riesgo de ser despedido.

Test del síndrome del impostor

Test del síndrome del impostor

¿Cómo saber si padeces el síndrome del impostor? En Internet puedes encontrar muchos tests diferentes que permiten identificarlo. Uno de los más populares, sin embargo, es el test de Pauline Clance, que consiste en unas afirmaciones a las que tienes que responder «sí» o «no» en función de si la afirmación se te aplica. Algunos expertos también amplían la lista de estas afirmaciones. Puedes verlas a continuación:

  • Crees que debes tu éxito y posición actuales a la suerte o a la ayuda de otras personas.

  • Crees que lo que has conseguido lo puede conseguir cualquier otra persona.

  • Te regañas por pequeños errores en tu trabajo durante más tiempo y con más dureza que otras personas que conoces.

  • Rechazas a menudo diversas ofertas porque crees que no puedes asumirlas.

  • Te sientes culpable ante los demás porque parece que defraudas sus expectativas y la percepción que tienen de ti.

  • A menudo infravaloras tus servicios o aceptas hacer trabajos gratis.

  • Te cuesta afirmar que eres experto en un nicho.

  • Crees que la mayoría de las personas que te rodean son más inteligentes, tienen más talento y son más capaces que tú.

  • A menudo te comparas con otros en tu contra.

  • A veces (e incluso ahora) te preguntas: ¿y si no es ningún síndrome y realmente soy un impostor?

Ahora calcula a cuántas afirmaciones has contestado «sí», y por cada «sí» suma un punto. Si tienes:

  • 3-4 puntos: sí, padeces el síndrome del impostor, pero es bastante leve y tiene poco o ningún impacto en tu vida y bienestar, por lo que puedes combatir y superarlo fácilmente.

  • 5-8 puntos: tienes un nivel medio de síndrome del impostor y repercute en tu trabajo y tus relaciones.

  • Más de 8 puntos: indica que tienes un síndrome del impostor grave, lo cual puede provocar cambios en tu personalidad y generar problemas importantes tanto en tu carrera como en tu vida personal. Se recomienda comenzar a abordar el síndrome lo antes posible. En algunos casos, puede ser necesario trabajar con un especialista.

Cómo superar el síndrome del impostor

Cómo superar el síndrome del impostor

¿Cómo combatir el síndrome del impostor? En la práctica no es nada fácil luchar a diario con la sensación de que no estás en el lugar que te corresponde y pensar que estás a punto de caer desde lo más alto hasta el abismo. A veces puedes necesitar la ayuda de un terapeuta o psicólogo para superar esta condición (sobre todo si tienes un síndrome muy desarrollado). Pero también existen métodos que pueden ayudarte a superar este síndrome por tu cuenta.

Método 1. No te compares con los demás, sino contigo mismo en el pasado

Estas comparaciones se consideran un patrón de comportamiento saludable y deben inculcarse en la infancia, porque compararse con otras personas es en realidad inútil debido a la influencia de factores externos y a las enormes diferencias internas (¡incluso biológicas!). Si todavía no has desarrollado este hábito, empieza a hacerlo ahora con la ayuda de una agenda y una hoja de ruta:

  • Evalúa dónde te encontrabas hace un año. ¿En qué momento profesional o personal te encontrabas? ¿A qué retos te enfrentabas en ese momento? ¿Los superaste? ¿Cómo?

  • Compara tus competencias y logros actuales con los de hace un año. De nuevo, piensa en lo que has aprendido en ese tiempo. ¿Qué experiencia has adquirido? ¿Qué has cambiado en tu comportamiento, tu trabajo, tus relaciones?

  • Compara tu experiencia pasada con tu experiencia actual. Compárate contigo mismo desde ese punto hace un año como si fueran dos personas diferentes. ¿A favor de quién ha salido la comparación?

  • Construye otra hoja de ruta. Determina ahora dónde quieres estar dentro de un año. Escribe qué habilidades deberías haber aprendido para entonces, qué puesto deberías tener, dónde deberías vivir, qué hábitos deberías adquirir, etc. Piensa en lo que harás para conseguir esos resultados. Ahora este es tu objetivo, y dentro de un año podrás compararte con esta imagen y valorar si lo has conseguido.

Método 2. Aumenta la tolerancia a la incertidumbre

La tolerancia a la incertidumbre es la capacidad de lidiar con la imprevisibilidad y no sentir una gran ansiedad y necesidad de control cuando se producen cambios que no dependen de ti o cuando el futuro no está claro. Hay formas muy fáciles de aumentar tu tolerancia, por ejemplo:

  • Una vez a la semana, cambia tu ruta al trabajo o a casa y toma un camino nuevo y desconocido.

  • Pide comida en una cafetería que no hayas probado nunca.

  • No estudies el menú antes de ir a un restaurante, o mejor aún, ve a comer a un sitio nuevo sin mirar lo que ofrecen.

  • Elige un día libre o un día de trabajo a la semana y no lo planifiques. La planificación nos hace más eficientes, pero a veces también hay que renunciar a ella para entrenar la adaptabilidad.

Una alta tolerancia a la incertidumbre también nos permite hacer frente a nuestros errores con más facilidad, ya que el síndrome del impostor en este sentido puede manifestarse por el miedo a perder el control y, por tanto, a estar en desventaja cuando alguien «nos descubra». Darse cuenta de que no pasa nada terrible en el mundo por ser espontáneo o ignorante sobre algún tema nos ayuda a superar la inseguridad.

Método 3. Pide retroalimentación con regularidad

Si no puedes hacer nada ante la angustia de haber cometido un error o de haber obtenido un resultado insuficiente, acostúmbrate a confiar en la opinión de personas que tengan autoridad para ti. Lo principal es no convertirlo en otra obsesión, sino establecer un horario para pedirla. Por ejemplo, pide opiniones y una evaluación del rendimiento una vez al mes o al final del proyecto. Pero ten en cuenta que lo más importante es que el feedback te lo dé una persona en la que confíes. Este método no sirve de nada si sigues desconfiando de la opinión de esa persona y buscas como loco fallos en ti mismo, aunque te digan que has hecho el trabajo perfectamente.

Prométete que sólo empezarás a preocuparte por los errores y a corregirlos cuando te los señalen. Si te dicen que todo está bien en respuesta a tu pregunta sobre la calidad de tu trabajo, entonces todo está realmente bien. También puede ser útil tener ejemplos cercanos de personas que han combatido con éxito el síndrome del impostor o que no se preocupan por ser inferiores a los demás. Habla con ellos y pídeles consejos.

Método 4. Discute con tu crítico interior y alimenta al adulto sano que hay en ti

Según la terapia de esquemas, cada uno de nosotros tiene varias personalidades a la vez, unas de ellas pueden ser fuertes y otras completamente reprimidas. Así, por ejemplo, cada uno tenemos dentro un niño interior, un crítico interior y el llamado «adulto sano». Ya puedes adivinar qué funciones cumplen, ¿verdad?

El crítico interior es la voz desagradable que nos dice que no hemos hecho el trabajo lo suficientemente bien, que no nos hemos esforzado lo suficiente, que no merecemos elogios, que no merecemos amor, etc. El adulto sano, por otro lado, es el padre interior que consuela, apoya y elogia, y normalmente debería ser muchas veces más fuerte que el crítico interior. Sin embargo, en las personas que padecen el síndrome del impostor pasa exactamente lo contrario. Así, en psicología para suprimir al crítico se utilizan técnicas como, por ejemplo, la técnica de la silla: alejas mentalmente al crítico de ti, le das un nombre, lo visualizas si lo deseas y discutes con él, te defiendes en respuesta a cada una de sus afirmaciones desagradables, como defenderías a un amigo íntimo. Un adulto sano, en cambio, se nutre del autocuidado y del diálogo interno en el que te dices a ti mismo que lo has intentado, que te mereces algo delicioso, que no necesitas llorar por algo tan absurdo, etc. Una técnica parecida a la de la silla es coger un peluche e intentar consolarlo como si fuera un niño. Comunicarse con los niños y trabajar como cuidador, profesor o simplemente mentor también ayuda en este sentido.

Método 5. Potencia tu habilidad de autorregulación emocional

A menudo no son los errores los que nos asustan, sino nuestras propias reacciones ante ellos y las emociones que sentimos. Si, por ejemplo, te resulta difícil entender lo que experimentas cuando fracasas, puede que tengas miedo de ese estado porque te resulta desconocido y fuera de control. Lo mismo ocurre cuando te elogian. Pregúntate qué sientes en ese momento. ¿Es orgullo? ¿Te asusta? Quizá los momentos de alegría te relajan, y la relajación se asocia a la vulnerabilidad, o quizá te enseñaron de niño que «el buen comportamiento no es algo de lo que sentirse orgulloso, es lo normal».

Para hacer un mejor seguimiento de tus desencadenantes emocionales y no tener miedo a las emociones nuevas o inesperadas y al riesgo de no afrontarlas, empieza un diario de emociones y anota 2-3 veces al día (por ejemplo, con un despertador) qué estás experimentando en ese momento, qué ha contribuido a ello, qué manifestaciones físicas tienen esas emociones (temblores en las manos, calor en el pecho, etc.). Existen incluso aplicaciones especiales para teléfonos móviles, como Daylio.

Método 6. Rebaja las exigencias

¿Verdad que no se le permite a una persona que participe en una carrera de 50 km si nunca antes ha corrido? Entonces, ¿por qué te exiges resultados al 100%, aunque sea la primera vez en tu vida que te enfrentas a una tarea o herramienta? No te olvides de las etapas de la vida naturales, como la adaptación, la enfermedad, el malestar y los problemas en otros ámbitos de la vida: todas estas cosas afectan inevitablemente al rendimiento, y es normal. Compara las exigencias que tienes contigo mismo y con los demás: ¿serías igual de estricto con tu amigo que contigo mismo en una situación similar?

Rebajar las exigencias también es importante para la vida personal. Por ejemplo, si tienes la costumbre de mirar 1.000 hoteles antes de elegir el adecuado (aunque solo vayas a quedarte 2 días), reduce los requisitos de toda la lista a dos más importantes para ti, por ejemplo, «cerca del metro» y «desayuno incluido».

Conclusión

El síndrome del impostor es una especie de normalidad en el mundo actual, en el que todos y cada uno cuentan sus historias de éxito y no paran de mejorar su rendimiento. Por un lado, las personas con síndrome del impostor a menudo alcanzan alturas increíbles porque el síndrome les hace trabajar aún más duro, pero por otro lado, este problema psicológico les afecta gravemente. En tu lucha contra el síndrome, no te olvides de la gente que te rodea: la mayoría te entenderá y te apoyará si conoce tu problema, ya sea un compañero de trabajo o tu pareja. ¡El síndrome del impostor no es una enfermedad y puedes hacerle frente!

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