Es 1 de septiembre... Una celebración solemne, en la que desfilan niños con cuello blanco y mochila, y se oye música y un alegre clamor en todas las escuelas. A muchos les gustaría volver a la época en la que el 1 de septiembre marcaba el inicio del año escolar para ellos también, porque ahora, en la edad adulta, no hay vacaciones ni plazos para aprender. Siempre hay que estudiar de forma continua y constante para no quedar al margen de la competencia. Y eso, hay que decirlo, es mucho más difícil que en la época escolar.
Una de las peticiones más frecuentes que recibo como mentora es cómo aprender cada día sin odiar el proceso de aprendizaje en sí. Al fin y al cabo, mientras que un escolar o un estudiante pueden permitirse el lujo de centrarse únicamente en la adquisición de conocimientos, un adulto tiene que compaginar esto con un trabajo de 5 a 2, el cuidado de la familia y, además, aficiones y tiempo de ocio en algún lugar donde encajar. Como hoy es el gran Día del Conocimiento, he decidido dedicar mi artículo específicamente a la habilidad del autoestudio, porque siempre digo lo importante e indispensable que es, mientras que mucha gente sigue descuidando el autoestudio o simplemente no sabe cómo organizarlo adecuadamente. Por ello, voy a compartir con ustedes algunos consejos de mi propio bolsillo.
Consejo nº 1. Di "sí" o "no" a tu formación
Espero que entiendas que no puedes aprender todo de una vez. Para evitar que tu cerebro se convierta en humo, es importante asignar tus energías sabiamente, para centrarte en lo que realmente te importa ahora. Greg McKeown en su libro "Essentialism", que sinceramente me encanta y venero, sugiere una forma radical de decidir qué cosa es importante y cuál no, en caso de duda.
Este camino es el siguiente: si no puedes decir un "sí, lo necesito" inequívoco a una causa, entonces di un "no" inequívoco a ella. Es decir, todas sus indicaciones, habilidades y actividades que no te den una respuesta y comprensión al cien por cien de su importancia deben ser eliminadas sin dudarlo. O un sí absoluto o un simple no. Pruébalo, realmente funciona. Tu agenda se despejará, tendrás más tiempo libre y energía, y al mismo tiempo aumentará tu eficacia en el aprendizaje.
Consejo nº 2. Sé creativo con tu espacio de trabajo
¿Tienes retratos de tus ídolos y citas motivadoras colgadas sobre tu escritorio? ¿Sí? Pues quítalos inmediatamente. ¿Para qué los necesitas? Lo que nos motiva no son las caras bonitas ni los aforismos filosóficos, sino los resultados. Mejor sustituye el retrato sobre tu escritorio por un breve párrafo de la autobiografía de tu ídolo sobre cómo superó la adversidad, o cuelga una foto de un proyecto genial de un científico al que admiras. También puede ser un llamativo collage de algo que represente el resultado sólo para ti. Pero nada de abstracciones, sólo cosas concretas. Mejor aún, ¡números o estadísticas!
Además, no tengas miedo de salir y estudiar en otro sitio. Conozco a personas cuyo "interruptor" de productividad hace clic justo dentro de las paredes de su oficina en casa. Pero a mí, por ejemplo, me resulta mucho más fácil aprender cuando viajo. Aprendo y memorizo más en un solo vuelo de cinco horas que en un día frente al ordenador con una conferencia. En fin, cada uno a lo suyo. Cansado de estar en casa, prueba con la lectura en la naturaleza o en la bañera.
Consejo nº 3. Comienza en cualquier lugar
Nos enseñan desde pequeños a ser constantes, y esto es realmente importante en el proceso de aprendizaje, pero no cuando se tienen problemas de atención o falta de voluntad para seguir aprendiendo. Sí, estudia los temas de forma coherente, pero dentro de un mismo tema permítete "moverte" y desviarte. Al fin y al cabo, probablemente estés tan familiarizado como yo con el miedo a la "pizarra en blanco" cuando miras una página en blanco para una tesis o un gran cuerpo de texto y no sabes cómo abordarlo. Y fácil: sólo trata de no empezar por el principio, sino por la mitad o por cualquier fragmento que te llame la atención.
En el proceso, tendrás que volver al principio y llegar al final, para poder montar cualquier texto, como tus conocimientos, pieza a pieza. Lo más importante es secuenciarlas, estructurarlas y pulirlas.
Consejo nº 4. Prueba la metodología Feynman
Richard Feynman es un famoso físico estadounidense que tuvo problemas de aprendizaje hasta que desarrolló su propio sistema educativo. Tiene tres componentes:
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Léelo y recuérdalo. Cuéntalo con un lenguaje lo más sencillo posible, como si estuvieras explicando el mismo tema a un niño. De este modo, te explicas el material difícil y se te queda mejor en la memoria. Lo mejor es hacerlo en voz alta.
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Repite. Ningún conocimiento se consolida instantáneamente, y mucho menos se convierte en una habilidad en sí misma. Es necesario repetirlo varias veces a la semana durante un mes o incluso dos, y también es deseable proporcionar algún apoyo a estos conocimientos en la vida real, es decir, empezar a aplicarlos en el trabajo.
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Simplifica. Elige los cursos más fáciles, los libros más sencillos, como se dice, "para dummies", y mira esos vídeos en YouTube, donde todo se explica en un lenguaje lo más primitivo posible. De nuevo, cuanto más sencillo sea, mejor. Lo principal es ser útil, no brillar en los términos.
Consejo nº 5. Dale al conocimiento un valor único
La psicóloga Helene Langer realizó un interesante experimento: dividió a sus alumnos en dos grupos y les hizo leer el mismo texto de un libro de texto. La tarea del primer grupo era simplemente estudiarla, y la del segundo, encontrarle un sentido para sí mismo. Como resultado, los estudiantes del segundo grupo aprendieron el texto mucho mejor y lo recordaron incluso después de unas semanas, mientras que el primer grupo ni siquiera podía recordar de qué se trataba.
Así que nunca dejaré de recordarte que sólo necesitas conocimientos que tengan sentido para ti. ¡Y que puedes utilizar en la práctica! ¿Para qué necesitas la teoría si te amplía los horizontes, pero no te da ninguna herramienta real con la que avanzar en tu carrera o ganar dinero? Además, cuando ves que tu entrenamiento funciona y te da resultados reales y medibles, te sientes tremendamente motivado. Cualquier conocimiento debe aplicarse lo más a menudo y lo más pronto posible: recuérdalo.
Empieza a trabajar activamente con la nueva información desde el primer momento. Por ejemplo, aprendes técnicas de venta, te vas a trabajar e inmediatamente empiezas a probarlas con los clientes. Incluso si tienes miedo de no tener éxito. Aunque parezca que no estás preparado. Proporciónate a ti mismo "condiciones de campo" y dale valor real a los nuevos conocimientos, para que funcionen para tu éxito. Entonces el autoaprendizaje no será una carga para ti, sino una forma de convertirte en una persona mejor y más rica. Por tanto, ¡permite que el 1 de septiembre, el año escolar, inicie no sólo para tus hijos y otros escolares, sino también tu camino hacia tus sueños!