La salud mental tiene un enorme impacto no sólo en la calidad de vida de una persona, sino también en la calidad de su trabajo y, con ello, de toda la empresa de la que forma parte.
Un mínimo del 25% de la población mundial sufre problemas psicológicos, el 4% padece depresión y, sólo en el Reino Unido, las empresas pierden anualmente 2,5 millones de libras por este motivo. Frecuentes bajas por enfermedad, incumplimiento de plazos, apatía, falta de creatividad: esto es sólo una pequeña parte de lo que conlleva una salud mental debilitada. Imagina de lo que sería capaz tu empresa si todos los empleados fueran completamente felices y no tuvieran ningún problema de salud mental.
Los primeros auxilios psicológicos son exactamente los que pueden aportar bienestar a tus empleados, o al menos minimizar los riesgos de problemas realmente peligrosos y graves. Al fin y al cabo, todos hemos oído hablar de la reanimación cardiopulmonar, ¿no? Y sabemos, por ejemplo, cómo actuar si una persona sufre un ictus o un ataque epiléptico. Pero poca gente se da cuenta de que también es necesario tener un plan de acción claro en caso de trastornos mentales.
No hace falta ser un psicoterapeuta cualificado para prestar primeros auxilios psicológicos (aunque sin duda es de agradecer tener uno en plantilla, pero en realidad sólo lo tienen en grandes empresas o corporaciones estatales). Como directivo o empleado de a pie, también puedes ocuparte del bienestar psicológico de tu equipo, además del tuyo propio. Los problemas del mundo moderno, con su frenético ritmo de desarrollo, aumentan inevitablemente la demanda de este tipo de competencias y la probabilidad de que algún día tengas que prestar esta ayuda. Vamos a decirte exactamente cuándo es necesaria, cuáles son los síntomas y cuál es el plan de acción si los detectas.
Cómo identificar que una persona necesita primeros auxilios mentales: síntomas y causas
Como ya hemos mencionado, los primeros auxilios psicológicos son similares a los de cualquier otra afección crítica. Esto significa que antes de prestar esta ayuda, hay que identificar las llamadas «señales de alarma» o los síntomas de una enfermedad mental. La mayoría de nosotros sabemos que los trastornos mentales existen, pero pocos sabemos cómo se manifiestan exactamente en la vida cotidiana. Para prestar primeros auxilios psicológicos, no es necesario ser capaz de distinguir con precisión un trastorno de otro (si lo que quieres es simplemente mejorar tus competencias para cuidar de tus empleados). Bastará con darse cuenta a tiempo de que algo le pasa a un empleado y no hacer la vista gorda.
Entonces, ¿cómo identificar que alguien (o incluso uno mismo) necesita primeros auxilios psicológicos? Los síntomas se dividen en:
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Físicos. La persona empieza a experimentar problemas con el tracto gastrointestinal o el corazón, dolores de cabeza frecuentes, aumento o pérdida repentina de peso, debilidad, mareos, descuido de la higiene o la apariencia. También puede incluir pérdida de apetito o insomnio. Por ejemplo, si observas que un empleado tiene unas enormes ojeras o no come nada en el almuerzo, es sospechoso.
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Emocionales. Por ejemplo, fatiga crónica, cambios de humor, cambios repentinos de comportamiento y actitud que antes no era típica de la persona. También pérdida de confianza en uno mismo, aumento de la ansiedad, conflictos o problemas de concentración. Por ejemplo, un empleado que ha demostrado ser una persona educada y tranquila de repente empieza a gritar a sus compañeros porque le han empujado accidentalmente con una silla.
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Sociales. Evasión de la comunicación con el equipo, quejas directas sobre determinados factores, aparición de adicciones como el tabaquismo, rechazo a participar en reuniones informales, timidez, apatía. Merece la pena prestar atención a todo esto sólo si estos signos no eran característicos del empleado antes, de lo contrario es posible confundir los síntomas de problemas psicológicos con rasgos naturales del carácter, por ejemplo, un alto nivel de introversión.
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Laborales. Estos son los signos más evidentes e importantes que cualquier empresario suele notar en primer lugar. Se trata de un descenso general de la productividad, que puede manifestarse en forma de ausencias imprevistas y frecuentes, aumento de los errores, disminución del compromiso y la iniciativa, incumplimiento de los plazos, mala calidad del trabajo, etc.
Es muy importante prestar atención a la duración y regularidad de los síntomas. Así, sólo debes alarmarte si los síntomas han estado presentes durante más de un mes. Si sólo se presentan de forma intermitente o durante una o dos semanas, puede tratarse de una afección temporal o involuntaria que desaparecerá por sí sola. También es importante que se presenten más de tres síntomas y que sean de categorías diferentes. Si, por ejemplo, sólo observas todas las características de un descenso de la productividad, puede que no se deba al estado mental del empleado, sino a una pérdida de interés por el trabajo o a la intención de dejarlo. Dale tiempo al empleado, observa y no saques conclusiones precipitadas hasta que estés seguro.
Debes estar especialmente atento si tu campo de trabajo está asociado a altos niveles de estrés. Esto se aplica a:
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médicos, profesores, vendedores y personal de servicios. En resumen, todos aquellos cuyo trabajo implique una comunicación constante con otras personas;
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profesionales de la informática, diseñadores y desarrolladores de juegos, asesores y cualquiera que se ocupe del trabajo por proyectos, esté sobrecargado y tenga que cumplir plazos ajustados;
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trabajadores de medios de comunicación, agencias de publicidad y eventos, donde la rapidez en la realización de las tareas es el criterio principal y donde existe un alto nivel de responsabilidad organizativa.
También se debe estar alerta durante determinados periodos de tiempo, por ejemplo, en vísperas de días festivos, cuando aumenta la carga de trabajo, o durante una caída de ventas y una crisis dentro de la empresa o en el mercado. Así pues, es importante vigilar no sólo los factores internos, sino también los externos, que pueden aumentar el riesgo de problemas psicológicos entre los empleados.
Primeros auxilios psicológicos: cómo prestarlos
Los primeros auxilios psicológicos se basan siempre en lo mismo: en una conversación cómoda y de confianza en un lugar privado y en un ambiente tranquilo. Ese diálogo es básicamente todo lo que puedes hacer por una persona que necesita resolver problemas psicológicos, ya que no puedes solucionarlos por ella ni obligarla a hacerlo a fuerza. Por eso la ayuda psicológica consiste principalmente en apoyar emocionalmente y motivar al empleado a que recurra a un tratamiento con un profesional cualificado.
Para ello, los profesionales de la salud mental experimentados practican el método ALGEE. Se trata de un acrónimo que se compone de:
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Evaluar el riesgo (Approach, assess for risk)
Empieza una conversación con el empleado explicándole por qué quieres hablar con él sobre su salud psicológica. Sé directo, pero evita frases negativas como "Últimamente estás un poco apático". En su lugar, deberías decir: "Pareces menos activo que antes". Explica también por qué te interesa el asunto en primer lugar, pero haz hincapié en tu empatía más que en tu preocupación por la empresa o su rendimiento. Di, por ejemplo, que has decidido hablar de ello porque no quieres que los problemas del empleado empeoren y tengan consecuencias más graves en todos los ámbitos de su vida.
Es importante expresar sólo tu propio punto de vista, en lugar de hablar en nombre de todo el equipo o dar un ultimátum. Por ejemplo, utiliza las frases "Me he dado cuenta" o "Siento que" en lugar de "Te has vuelto retraído" y "Me han dicho que...". También puedes intentar interpretar tú mismo los síntomas de la persona y luego comprobar si tu interpretación es correcta. Esto puede animar a la persona a querer corregirte y explicarte cómo se siente realmente.
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Escuchar sin juzgar (Listen nonjudgmentally)
Dale a la persona la oportunidad de hablar. Puesto que eres tú quien ha iniciado la conversación, tienes que implicarte e interesarte por lo que dice la persona y por la situación. Para demostrarlo, puedes utilizar habilidades de escucha activa haciendo preguntas aclaratorias ("¿He entendido bien que…?") o exclamaciones retóricas ("¡Ah, eso es lo que pasa!"), así como lenguaje no verbal, como asentir con la cabeza, gesticular rítmicamente, mantener el contacto visual, etc.
Si el empleado no quiere hablar de ese tema contigo, pasa directamente al siguiente punto. Recuerda que los primeros auxilios psicológicos no pueden prestarse por la fuerza, es muy importante mantener una relación de confianza con el empleado y no ponerlo en una situación incómoda. Por cierto, si inicialmente no se tenía esa relación, la primera ayuda psicológica puede complicarse, porque el empleado se sentirá incómodo al abrirse a alguien que nunca antes se había interesado por él. Por eso es importante la comunicación de calidad dentro del equipo y que todos estén unidos en general.
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Proporciona seguridad e información (Give reassurance and information)
Es importante expresar apoyo emocional independientemente de lo que el empleado te haya contado. Por ejemplo, comparte tu propia experiencia de cómo estuviste en una situación similar. También puedes compartir datos e información útil que tengas y desearle que su salud mejore pronto. Por ejemplo, dile que se trata de un problema muy común entre los profesionales del sector donde trabajan, pero que tiene solución. Además, recuérdale al trabajador que toda la información entre tú y él es estrictamente confidencial y no se revelará en ningún caso. Mantendrás en secreto todo lo que la persona te confíe y te cuente.
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Animar a buscar la ayuda profesional adecuada (Encourage appropriate professional help) y fomentra el apoyo alternativo (Encourage self-help and other support strategies)
Pregunta a la persona qué tipo de ayuda necesita para afrontar el problema (y si realmente cree que la necesita). Proporciona contactos de un terapeuta que conozcas u otras opciones que se ofrezcan en la empresa si las hay. No está de más ofrecer el contacto de la línea de ayuda psicológica, foros y recursos psicológicos, o literatura especial de autoayuda que pueda ayudar a la persona a afrontar el problema por sí misma si se muestra reacia a recurrir a un especialista. Ofrece también pasar tiempo con el equipo fuera del trabajo para apoyar a la persona de manera informal. Al fin y al cabo, socializar, salir juntos a tomar un café o dar un paseo con una charla de corazón a corazón también es una ayuda que cualquiera puede proporcionar.
Además, como parte de cuidado de la salud mental de tus empleados, te recomendamos:
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Desarrollar un enfoque integral para cuidar la salud mental de los empleados y convertirla en una parte de tu cultura corporativa. Por ejemplo, proporciona a los empleados acceso a sesiones en línea con un psicólogo si no puedes contratar a un profesional interno, o deja a los empleados tomarse un día libre más al mes si su salud mental lo requiere.
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Mejorar la cultura y las condiciones de trabajo para mejorar el clima de la oficina. Esto incluye también el propio lugar de trabajo: asegúrate de que la oficina sea cálida y luminosa, que los empleados dispongan de sillas cómodas, que tengan tiempo para comer, etc. El té y el café gratuitos, la posibilidad de llevar zapatillas de casa en la oficina, un espacio y tiempo para hacer ejercicio en el trabajo (o la suscripción a un gimnasio para los empleados), etc. también son buenos para el bienestar del equipo.
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Realizar encuestas periódicas y anónimas entre los empleados para comprobar su bienestar mental. De este modo, podrás identificar los factores que empeoran su bienestar psicológico y tomar las medidas adecuadas y prestar primeros auxilios a tiempo. Estos cuestionarios pueden incluir preguntas como "¿Te has sentido incómodo o ansioso en el trabajo útlimamente?" o "¿Tienes problemas en el trabajo que no tienes con quién compartir?".
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Formar a empleados y directivos para que puedan prestar primeros auxilios psicológicos por su cuenta. También es importante fomentar la inteligencia emocional en tus empleados, informarles sobre la importancia de la salud mental, enseñarles habilidades de autoayuda psicológica y sensibilizarlos.
Recuerda que a veces, incluso con la mejor de las intenciones, puedes empeorar la situación si actúas con demasiada insistencia o intromisión. Como no eres un psicoterapeuta profesional, la primera ayuda psicológica debe ser muy delicada y cautelosa. Además, es mucho más fácil prevenir los problemas psicológicos que resolverlos, por tanto deberías mejorar siempre la satisfacción general de los empleados en el lugar de trabajo. Disfrutar del trabajo minimiza de por sí los riesgos mentales.